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Oviedo no cuida sus árboles

6 de Junio del 2010 - María Adoración Abella García (Oviedo)

Los ejemplares arbóreos de algunas calles de Oviedo presentan en su base un reducido espacio para el posible riego durante las lluvias. Una apertura de 0,50 m x 0,50 m resulta del todo insuficiente, por lo que se ven a menudo los rebordes que enmarcan las raíces, alterados, sacados de su sitio, o bien desplazados de su colocación original. A menudo las raíces tan oprimidas se salen y rompen el pavimento contiguo.

Más concretamente, en los alrededores del nuevo Hospital, se pueden ver las calles de los puertos como la de puerto de Leitariegos, bien ajardinadas en esas casitas antiguas que conservan unos setos de boj, antiguos también, con rosales, calas, hortensias de invierno y un sinfín de ejemplares de variadas especies típicas de los jardines tradicionales en Oviedo.

Y ésas son las únicas áreas verdes de todo ese enorme barrio que crece en el entorno del nuevo hospital. Asfalto y hormigón. Oviedo no puede ser capital europea de la cultura 2016 si no mejora la ratio de espacios construidos/espacios verdes. Y más aún en sus nuevos barrios. Entre las avenidas de Lisboa, Bruselas, Luxemburgo, con la plaza Puerta Europa, sólo unos árboles monótonos y pobres en las aceras. No se pueden poner alineaciones de una sola especie, como las acacias, tan repetidas por estas calles, por varias razones: la monotonía en la coloración y el porte, porque no funcionan igual en la parte soleada de calle que en la sombra, y desde luego, en este caso porque se trata de especies muy alérgenas, que a medida que crecen y florecen van a producir casos cada vez más notorios de alergias entre los habitantes de la zona. Aunque se trata de ejemplares jóvenes, ya que este barrio no tienen más de tres años, las acacias están llenas de chancros y heridas con una poda deficiente y ningún tratamiento antiparasitario. Y aún hay más, ya que, cuando resultan atacadas por alguna plaga, todos los ejemplares la sufren a la vez. La alternancia de especies resulta del todo útil en estos casos al funcionar como cortaplagas, la presencia de especies arbóreas distintas, incluso con perennifolios y caducifolios. Pero a poder ser procedentes de las áreas cantábricas. ¿Por qué no se embellecen las calles con cerezos, tilos, hayas, abedules, tejos, encinas? Y también fresnos y pláganos, que ya hay en varios sitios, pero en alternancia.

Recientemente se ha apreciado una plaga tremenda de cochinilla entre la avenida de Atenas, que es la entrada de la autopista de Gijón con la calle Luxemburgo. La colonización resulta llamativa. La primera observación es un halo en el suelo, como si estuviera mojado, alrededor de cada árbol parasitado. Son sustancias pegajosas y un gran número de abejas muy activas en la copa del árbol. Una observación más atenta muestra cientos de hembras con sus sacos blancos alargados, situadas en el envés de las hojas, en las nervaduras y ramas. Resultan estos hemípteros una colonización sobrecogedora por su densidad. Este mes de mayo ha favorecido, con el calor intenso y el viento, la proliferación tan llamativa de la cochinilla, que probablemente venía ya con el árbol, en su fase de huevo, incrustada en el tronco y las ramas. De ahí la importancia de las cuarentenas, de reposo vegetativo, antes de colocar los ejemplares enfermos o portadores de plagas.

Se ha comunicado a la concejalía de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Oviedo la incidencia y se espera que la plaga sea atacada o bien que los ejemplares arbóreos sean sustituidos por otros. Debido a que los machos alados y los primeros estadios de desarrollo podrían extender la plaga y también a que se trata de insectos polífagos –es decir, que podrían atacar cualesquiera árboles, arbustos o vegetación herbácea–, resulta urgente tomar cartas en el asunto. Por otra parte, la presencia abundante de abejas que aprovechan la maleza que segregan las ninfas de la cochinilla suponen un riesgo añadido para la población circundante.

Conviene tener en cuenta asimismo la capacidad biogénica de estos insectos, que, con tres generaciones por año y unos 800 huevos por hembra, es muy elevada, así como la capacidad de dispersión de las ninfas transportadas por el viento. Al menos un tratamiento al mes mediante control químico o bioinsecticidas resulta imprescindible y urgente.

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