Feligresía
Hoy ya luce esplendida la fachada de nuestra iglesia de San Nicolás (Sabugo) gracias a la colaboración de la feligresía y al tesón e ingenio de nuestro querido párroco, para todos, Nello. Hace años que con mi amigo Amadeo decidí asistir a diario a misa de ocho y media, donde hice amigos al coincidir al fondo del templo en el momento de la Paz. Nello dice que desde el altar parece una revolución. Las razones “las conoce él” (Amadeo) y espero que desde el cielo mi siga aconsejando. Mientras la salud me lo permitió, a las ocho de la mañana me acercaba a su casa y despacio íbamos a la iglesia y entrabamos por la puerta principal. A ambos la edad nos avisó que lo estábamos haciendo mal y empezamos a entrar por la sacristía. Después la salud se puso más seria conmigo y ya no pude ir a buscar a mi amigo a su casa, le esperaba en la cafetería La Biblioteca, salíamos del brazo, dábamos unas vueltas a la iglesia hasta que llegaba Don Ángel. Siempre sonreía al vernos del brazo y con broma le expliqué que no era amor, sino necesidad, pues Amadeo veía mal y yo andaba peor. Ambos nos complementábamos, incluso en el carácter. Los sábados después de misa desayunábamos en el Eva, Nello, Amadeo, Jesús el Miñan, algún otro amigo y yo cuando estaba en Avilés, pues tengo mi domicilio en la patria chica de Cervantes. En verano cuando coincidíamos con algún otro sacerdote que estaba de vacaciones, la tertulia se enriquecía pues alguno de ellos volvía de “otros mundos” de ayudar a los necesitados material y espiritualmente. Sus experiencias eran aire fresco. Fallecido Amadeo, continuamos asistiendo, sin él, pero su recuerdo permanece presente en nuestra memoria. A diario Nello no puede asistir a causa de sus compromisos. Con el paso del tiempo. Irremediablemente la tertulia se va diluyendo, pues exceptuando al joven párroco, la edad nos “achucha”.
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