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A la memoria de Begoña Martínez

22 de Mayo del 2020 - María José Villanueva (Josina) (Oviedo)

Tuve que dejar pasar unos días. El dolor me dejó seca y no fui capaz de escribir una línea. Pero siento la honda necesidad de rendir un humilde homenaje a la gran Bego, que aunque acaba de dejarnos nunca morirá, porque si las personas permanecen vivas mientras haya alguien que las recuerde con amor, Bego será eterna, ya que su historia, su vida, ha sido una historia de amor. Y no en el sentido cursi o romántico de esta palabra, sino en el hondo y trascendente significado de la palabra amor.

Amor a la vida, con una vitalidad alegre que impregnó cada día de su existencia y que a tantos desconcertó en los momentos más sombríos y cargados de dolor de su cruel enfermedad. Amor a su familia, y especialmente a sus hijos, Carlos y María, el sentido de su vida, su orgullo, sus dos motores.

Amor por el trabajo bien hecho, un trabajo para mejorar las vidas de otros, le tocara donde le tocara estar. Siempre decía que nos debíamos a nuestros pacientes y su ilusión era trabajar por y para ellos, desde la primera línea de fuego o desde el más recóndito despacho. Pocas personas lograban cohesionar tanto a los equipos para currar duro como ella, porque era una líder nata, que transmitía pasión por lo que hacía y siempre mantuvo una coherencia total entre lo que decía y lo que hacía.

Y amor por las personas. Bego tenía el gran don de sacar lo mejor de cada uno, de hacernos sentir a todos seres especiales, importantes para ella, y siempre tenía el don de la escucha atenta y el consejo adecuado. Llamábamos a nuestras charlas con café o albariño, según la hora, psicoterapia, y en ellas era raro terminar sin una conclusión: toda persona tiene algo bueno que enseñarnos, aunque ahora estemos que nos lleven los demonios por lo que nos ha hecho sentir...

En los tiempos que corren se estilan poco la alegría y el amor a la vida, y cunden más la queja y la amargura. Se lleva poco el sacrificio cotidiano por los hijos y la familia, y se prefiere el viaje de descanso o los spas para relajarse. Se vive el trabajo como una carga pesada y no como un modo de prestar un servicio sereno y alegre a los demás. Y en las relaciones personales la murmuración, la crítica al otro por quedarnos con sus defectos en lo más superficial de la persona sin indagar en lo nuclear y positivo es lo que triunfa en nuestro mundo. Llama la atención quién se centra en lo bueno, olvida lo malo y procura tender puentes dejando a un lado lo que distancia o hace daño.

En definitiva, quiero rendir un sentido homenaje a una persona buena, íntegra, honesta, alegre y luchadora. Alguien que demostró con su vida, no con palabrería barata sino con hechos cotidianos de tremenda hondura, su amor a la vida, a la familia, al trabajo y a todo ser humano con el que se cruzó en este camino llamado vida.

Gracias, Bego, por amar tanto y tan bien. Te garantizo que siempre estarás viva en toda una legión de corazones.

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