Coronavirus y crisis económica
¿Nos estamos acostumbrando a esta terrible crisis sanitario-económica?
¿Podremos olvidar algún día los casi 30.000 muertos oficiales, que podrían ser más de 40.000 bien contados?
¿Cuántos serán cuando todo esto termine?
¿Repuntará, cuándo y con qué virulencia?
Y económicamente, ¿cuándo y cómo nos recuperaremos?
Muchas preguntas con muy difícil respuesta. Yo pienso que superaremos todo esto y lo que nos espera, si nuestros políticos están a la altura de la ciudadanía en general.
Tenemos un cuadro sanitario de primerísima división, peleando y jugándose la vida como unos héroes, muchísimas veces con una protección sanitaria muy escasa, en hospitales, centros de salud y residencias, atendiendo y acompañando en sus últimos momentos a unos enfermos privados de la compañía de sus familiares, pues la lucha contra el virus así lo exige. Existen 40.000 sanitarios contagiados que vuelven al frente en cuanto los declaran recuperados aunque tengan un tanto por ciento de fallecidos más bajo que el conjunto de enfermos, quizá porque esta pandemia se cebó, como es natural, en las personas de más edad.
Otro tanto se podría decir de militares, Policía y Guardia Civil, montando hospitales de campaña, con la ayuda de profesionales civiles, en tiempo récord y consiguiendo un resultado admirado por propios y extranjeros a la vez que cooperan en infinidad de ayudas sociales.
Vaya para todos ellos y también para los muchos cooperantes voluntarios nuestra eterna gratitud, y el aplauso que todos los días a las 20.00 h. les dedicamos desde balcones, terrazas y ventanas.
Tenemos, a nivel mundial, gente sabia que en laboratorios, universidades y demás centros intentan contra reloj conseguir una vacuna, así como medicinas con las que dominar esta pandemia. Los augurios son esperanzadores, quiera Dios que pronto sea realidad.
La ciudadanía está respondiendo en el confinamiento domiciliario y en todas las demás normas de este estado de alarma, salvo muy contadas excepciones, de forma ejemplar. ¡Qué buenos marineros si tuviéramos un buen capitán al mando de la nave!
De todos son sabidos los graves errores que aquí se cometieron en la prevención y gestión de esta pandemia. No voy a enumerarlos, sería muy largo y serviría de poco. Agua pasada no mueve molino. Pero algo hay que sí se debe tener en cuenta. La economía está llevando un fuerte golpe, y más que promete. Quisimos emprender un vuelo de altas miras, como si las arcas del Estado estuviesen a rebosar de oro y lo están de deudas y facturas sin pagar. Total, poca cosa, un billón doscientos mil millones de euros. Bueno, que lo paguen nuestros hijos o nietos, o no se paga como quería el “chiripas” griego en la pasada crisis. Pues sí, habrá que pagarlo y que no suban los intereses, sería catastrófico.
Planeábamos muy bien. Se creaba mucho empleo, recuperándonos de aquella gravísima crisis que aquel “iluminado” Zapatero negaba y calificaba de mera desaceleración. En diciembre de 2007, dijo que para el próximo marzo volveríamos a navegar viento en popa, en marzo había elecciones generales, muy listillo él. Luego la tormenta arreció y él siguió negando. Para enmascarar el galopante paro, algún mes con más de 300.000 negativos, decidió dar unos 65.000 millones de euros a los ayuntamientos para contratar operarios que hiciesen “cosas”.
En mi humilde opinión, entonces igual que ahora, hubiera sido recomendable aportar ayudas a fondo perdido a pequeñas y medianas empresas en grave peligro de cierre. ¿Dará resultado prohibir el despido? ¿No sería mejor impedir el cierre de empresas y negocios? En la otra crisis cerraron 200.000. ¿Cuántas cerrarán ahora? ¡Cómo no se nos ocurriría cerrarle la entrada al virus!
Sánchez proponía un Plan Marshall para Europa, pero, ¿quién sería el “pagano”? Estados Unidos, China, las naciones nórdicas europeas... se busca voluntario valiente que le ponga el cascabel al gato.
Europa, creo que nos echará una mano. Pero incluso, por nuestro propio bien, nos exigirá condiciones. Es mucho lo que en los últimos tiempos nos ayudó y, por favor, no seamos desagradecidos, que está muy feo.
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