El coronavirus me ha servido para saber quién soy en realidad
Hoy en día nos resulta difícil imaginar el momento en que esta pandemia se convierta en un recuerdo de nuestro pasado, y es que la convivencia con este virus se ha convertido en nuestra nueva rutina. Tan solo fueron unas pocas (o muchas) decisiones mal tomadas las que en un instante nos trasladaron a un nuevo mundo donde todos los ciudadanos aprendimos a sobrevivir.
La separación entre bordes empezó a ser más notable que nunca, los hospitales saturados fueron parte de nuestra realidad, la limitación a los espacios abiertos un aprendizaje y la compra en los supermercados toda una aventura. Los besos y abrazos se convirtieron en armas letales, bien la convivencia o bien la soledad en todo un desafío, los vecinos en una gran comunidad, y las mascarillas y guantes, parte de nuestro atuendo habitual.
En esta crisis global todo han sido enormes deseos de volver a experimentar momentos compartidos, apetito por crear nuevos recuerdos, ilusión por los reencuentros y antojo de existir. Sin embargo, en esta obligación de pausar nuestro presente, todos hemos aprendido alguna cosa, pero, sobre todo, hemos recorrido un importante camino: pasar tiempo con uno mismo y descubrir quiénes somos en realidad.
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