Escraches
Aunque a veces vemos en ellos una demostración de justicia social, los escraches no van destinados a juzgar equitativamente sino a avergonzar indiscriminadamente, pues no suele exponerse nadie públicamente por gusto. Criticamos duramente a la justicia cuando consideramos que se aplica con afán de aleccionar al individuo y como aviso a navegantes errantes, pero nos parece correcto cuando esa justicia aleccionadora, avergonzante y con finalidad de escarnio, la realizamos nosotros en la calle con el aval de la probabilidad. No pidamos entonces, llegado el caso, amparo del juez, sino de la casualidad, de la pena, de la ira del momento; la justicia del más fuerte impartida por el juzgado más débil, el que empieza queriendo juzgar y acaba queriendo ejecutar directamente por economizar.
También es hipocresía y arriesgado, sufrir en tu domicilio el acoso de ciudadanos exaltados y, con buen criterio, denunciarlo, pero, al mismo tiempo, fomentarlo contra otros desde una Vicepresidencia del Gobierno.
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