Hermana Araceli, hasta siempre y gracias por tu vida
Asturias ha perdido una gran embajadora, la Iglesia y las enfermeras un ejemplo, y el mundo una persona buena en el más profundo sentido de la palabra buena.
La hermana Araceli ha fallecido en la capital boliviana a los 99 años de edad tras una vida ejemplar hasta en sus últimos momentos. Llevaba más de 60 años haciendo el bien a los más desfavorecidos de uno de los entornos más desfavorecidos del planeta.
Religiosa de la Orden Misionera Dominica del Rosario y enfermera titulada, aunó en su vida profesión y vocación.
La enfermería como profesión tiene sus inicios ligados a las órdenes religiosas, desde San Juan de Dios en el siglo XVI, considerado primer enfermero español y actual patrono de la profesión. Profesión y vocación en su acepción religiosa estaban íntimamente ligadas, en la actualidad solo es así en casos particulares como el de la hermana Araceli.
Sin embargo, la enfermería actual como profesión moderna no abandonó aquellos valores primigenios comunes a profesión y vocación, el servicio, la entrega, la espiritualidad –cada uno la propia–, el compromiso, la compasión, la trascendencia de los actos, la justicia, en definitiva la ayuda. Todos estos valores están reflejados en la vida de la hermana Araceli junto a otros muchos como es el de la humildad pero sin sometimiento, la comprensión pero con espíritu crítico, la sencillez pero con orgullo por la misión… una lista interminable.
Fue capaz de ofrecer una atención personal al último de sus “borrachitos” sin techo o fundar y gestionar dos hospitales; de coordinar los dispositivos de freno a la epidemia de cólera que avanzaba desde Perú y caminar por senderos a más de 5.000 metros de altitud para atender los más de 1.000 partos en los que consiguió que no muriese ninguna parturienta; de diseñar diversas campañas de educación para la salud a la población y de conseguir financiación de la Embajada de Japón para construir una escuela para niños con deficiencias psíquicas o que miembros de otras religiones financiasen la equipación de su quirófano. Nada se le ponía por delante con la determinación y la energía que derrochaba en lo que creía.
La hermana Araceli ha tenido múltiples honores y distinciones en Bolivia, entre otros muchos: hija predilecta de la Ciudad de Sorata (gobierno municipal de Sorata, 2004), Medalla al Mérito Cívico (Prefectura del Departamento de La Paz, 2004), Agradecimiento de la Honorable Cámara de Diputados del Poder Legislativo de la República de Bolivia (2010). También a nivel internacional: “Enfermera Internacional del Año” (International Medical Foundation, 1976) o “Mujer Destacada” 2011-2012 (Rotary International Club). Ella los agradecía, pero no les daba excesiva importancia; de hecho, los tenía guardados en una caja de cartón debajo de su cama.
Los agradecimientos que sí le llegaban al corazón eran los de la calle, por donde apenas podía dar dos pasos sin que alguien le diese las gracias o le besase las manos, los de las asociaciones de vecinos o de padres y madres o de las tejedoras que le regalaron un tapiz con su figura.
También nos consta que le llegó al corazón el homenaje que le ofrecieron sus amigos y vecinos de Pravia, o el reconocimiento de las enfermeras ofrecido por la Sociedad de Enfermería Familiar y Comunitaria de Asturias, o en el Congreso Internacional de la Asociación de Enfermería Comunitaria celebrado en Burgos en 2016.
Hermana Araceli, somos muchos los que en Bolivia y en otros rincones del mundo lloramos tu pérdida, hasta siempre y gracias por tu vida.
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