¡Aunque vaya por fases!
Sea como sea, afortunadamente -en mi caso también añado "gracias a Dios"-, estamos saliendo de "algo" que nadie, o eso creo, se esperaba ni por asomo.
Este "algo" se ha cobrado demasiadas vidas (una ya sería mucho). Ha dejado un rastro de dolor, lágrimas, luto y enfermedad; y está produciendo daños colaterales en lo social, económico, político, familiar y, cómo no, en las responsabilidades penales y políticas, en que se ha incurrido. ¡De esto no tengo la menor duda!
Responsabilidades que han sido con resultado de muerte. Y en muchos casos, con una desigualdad de trato que nos retrotrae como país a las épocas más negras de la historia de la humanidad.
Estas han sido, por acción y por omisión, por negligencia y por desconocimiento. Pero de cualquier manera, han producido un efecto letal en una sociedad a la que le habían "vendido" un Estado fuerte, y una sanidad aún mayor. Las dos cosas han fracaso: el Estado no ha sabido responder, y la sanidad ha sido claramente desbordada. Y esto no abre ningún debate sobre lo público y lo privado, ni sobre el Estado "patriarcal", o la sociedad libre, pues si algo ya es sabido es que lo público y lo privado deben de coexistir, como la libertad individual debe prevalecer sobre la "socialización".
Los grandes logros de la humanidad no han venido del dirigismo de los gobiernos, sino de la iniciativa individual del ser humano libre. Bien está, cómo no, que el Estado ponga las normas y regule los desmanes, pero nada más.
Este fracaso de las administraciones, en plural, debe de ser investigado a instancia: primero, por el Defensor del Pueblo, y después, o simultáneamente, por la Fiscalía del Estado. Sus actuaciones han de ir encaminadas, hacia todas las administraciones, sean del color político que sean. Las diecisiete comunidades, en mayor o menor medida, han tenido responsabilidades. Toca -eso sí- a la justicia dirimir en qué medida y grado afecta a cada una de ellas. Nadie que resulte responsable debe volver a detentar ningún cargo público y cumplir las penas que la ley prevea.
Es un virus que no distingue de clases, ¿verdad? Pues tampoco de ideologías ni de partidos políticos; pero sí sabemos ya que en lo ocurrido tanto en residencias de ancianos como con los trabajadores de la sanidad, o como en la dirección de los hospitales y en las diferentes administraciones, se han tomado decisiones que son motivo de aclaración, investigación y sanción. Y esto se lo debemos a todos los fallecidos en general, y aquellos que en particular con otras actuaciones, decisiones y acciones no hubieran nunca perdido su vida (estos familiares sí debieran personarse como acusación particular).
Por todo: las palabras sin hechos no valen nada. Las manifestaciones, sin investigación, tampoco. Y lo afirmo porque no solo puede servirnos el "pague las nóminas y váyase". Pagar las nóminas no es resucitar a los muertos, y marcharse, es demasiado fácil cuando sobre la mesa hay más de 30.000 compatriotas que han perdido la vida, y no precisamente en ninguna guerra. Espero que no haya sido por una "guerra" entre ideologías.
¡Justicia, y dignidad! Solo se pide eso.
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