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Peligro en la senda peatonal del río Nora

22 de Enero del 2009 - Constantino Díaz Fernández (Oviedo)

Quien suscribe es un usuario más entre los muchos que diariamente utilizan la senda peatonal del río Nora, un pequeño circuito de apenas 2 kilómetros de longitud que discurre por ambas riberas del citado cauce fluvial, a horcajadas entre los concejos de Siero y Oviedo. Esta senda, que en mayor medida está frecuentada por personas de cierta edad, a pesar de algunas carencias, ofrece un entorno agradable y adecuado para la práctica del ejercicio físico; problemas como la hipercolesterolemia, hiperlipidemia, sobrecarga ponderal, entre otros, buscan algún alivio a través del diario paseo por esta ruta.

Está claro que el ejercicio físico, realizado de forma regular, contribuye de forma notoria a la mejora del estado general de las personas, y el caminar, por ser una práctica que exige muy pocos medios y un limitado esfuerzo, es muy socorrido y adecuado a prácticamente cualquier edad; por esta razón, cada día más, las sendas peatonales, que se distirbuyen generosamente por nuestra geografía, acogen a mayor número de paseantes. Por ser alta la proporción de personas mayores que frecuentan estos lugares, es doblemente importante que se encuentren adecuadamente conservados, evitando, sobre todo, cualquier tipo de situación que suponga un riesgo potencial para la integridad de los usuarios. En el caso que nos ocupa, la senda del Nora, tiene un punto negro, o más bien dos, que tales son los puentes que salvan el río en la zona situada más al Este. Estos puentes, de construcción en arco con tablero metálico, constituyen una auténtica trampa para el tránsito de personas, presentando una superficie muy deslizante altamente peligrosa; mal en situación de mojado y pésima en presencia de hielo que, por su ubicación, es bastante frecuente en muchos meses del año. En algún momento, para solucionar este problema, les fue aplicada una capa antideslizante, pero el paso del tiempo, junto a la propia erosión ejercida por los agentes meteorológicos, no han dejado más que algunos vestigios, manifiestamente insuficientes para ofrecer una mínima seguridad. Esta situación representa un riesgo considerable que ya ha protagonizado muchos incidentes y varios accidentes, afortunadamente, y hasta donde yo tengo conocimiento, menores. Si no se toman medidas de forma inmediata, y se deja este asunto al albur de la suerte, en cualquier momento, cumpliéndose las estadísticas de accidentalidad, se podrá producir un accidente grave.

En base a lo expuesto, quiero, desde esta plataforma que el diario LA NUEVA ESPAÑA ofrece a sus lectores, llamar la atención a las autoridades responsables con el fin de que instrumenten los medios necesarios para solventar la situación denunciada. si, por negligencia, se djean las cosas statu quo, y se aplaza la toma de decisiones sine die, posiblemente tengamos que lamentarnos. Si, desgraciadamente, así ocurriera, seguro que se adoptarán medidas de forma urgente; pero, como casi siempre sucede, llegarían demasiado tarde.

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