El ingenioso alcalde don Argüelles de Lena
Texto extraído del artículo titulado Los Rangers de Lena, publicado en LA NUEVA ESPAÑA el día 26 de mayo de 2010:
Ante una queja de un vecino, los agentes responden [] y preparan un informe con la queja []. Afortunadamente, como también se encontraba allí el Alcalde, el traslado de la denuncia fue inmediato. Simplemente impresionante.
Quiero presentar mis respetos y mis disculpas al Señor Alcalde de Lena, Don Ramón Argüelles, porque hace un tiempo utilicé la prensa para criticar a tan insigne paisano (que no convecino) guiado por el ciego ardor socialista que me invadía. Porque hoy he descubierto quién nos gobierna. Hablamos, señores, de alguien que lo mismo se sube a lomos del todoterreno de nuestro CEVR (Cuerpo Especial de Vigilancia Rural Los Rangers de Lena) para acompañarlos en su dura y peligrosa jornada porque quería comprobar in situ cómo desarrollaba su trabajo diario la patrulla rural, que legaliza la situación de un circuito de carts que es en realidad un futuro polígono industrial gracias a su intervención, pero se mantiene a la vista del vulgar de a pie como un vertedero, producto del encantamiento de algún ciudadano incívico y malandrín.
Sí señores, sí. Bajo la máscara de hombre corriente y campechano, hijo de la Corrona, se esconde un gran hombre, capaz de luchar contra los molinos de viento que las malvadas Consejerías Socialistas interponen en su camino.
- Calla, amigo Agripino; que las cosas de la política, más que otras, están sujetas a continua mudanza; cuanto más, que yo pienso, y es así verdad, que aquel sabio Vitorín que me quiere robar el aposento, ha vuelto estos gigantes en molinos por quitarme la gloria de su vencimiento: tal es la enemistad que me tiene; mas, al cabo al cabo, han de poder poco sus malas artes contra la bondad de mi espada.
Y no es todo, como demostró en una carta dedicada a mi persona, publicada también en LA NUEVA ESPAÑA, donde decía: investigando sobre esa animadversión que me profesa, al final he averiguado quién es usted, y los vecinos de Lena también tienen derecho a saberlo. Efectivamente, él solito descubrió quién soy, siguiendo la única pista de la que disponía, es decir, mi nombre al final de una carta. Sencillamente espectacular.
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