"Los miserables" no son de Victor Hugo
Cuando se decretó el estado de alarma, la nueva situación me pilló por sorpresa, yo sinceramente no me lo esperaba, no era un visionario de los de "a posteriori", veía los acontecimientos de Italia como algo lejano, que no llegaría aquí, pero cuando empieza a llegarme información sobre viajes de estudios de ciertos colegios al foco transalpino, empiezo a temerme lo peor. Empiezan a correrse rumores sobre alumnos, padres, profesores, y al final, de la noche a la mañana el virus estaba aquí, nos acechaba y todos éramos víctimas potenciales.
Mi padre acababa de salir del hospital y respiré, al menos estaría en casa, lejos del lugar en donde se libraría el pulso contra la pandemia, pero al mismo tiempo tendría que asumir la distancia que debería mantener con mi familia.
En Asturias, salvando los cuatro descerebrados de siempre, hicimos las cosas muy bien (lo dicen los expertos y mi percepción objetiva), unos colaboramos pasivamente quedándonos en casa, otros participaron activamente desde el minuto cero: médicos, enfermeras, conductores y asistentes de ambulancia, servicios de limpieza, empleadas de ayuda a domicilio, camioneros, empleados de tiendas de alimentación, fuerzas del orden. Todos remaron en la misma dirección, y en la mayoría de las comunidades ese trabajo dio sus frutos, el esfuerzo y trabajo del colectivo funcionó correctamente. Sin embargo, todos vivimos la guerra de guerrillas que ciertos políticos se dedicaron a mantener, priorizando la foto a la emergencia, los espectáculos a la salud, y esta panda de sinvergüenzas sumaron, pero sumaron negativamente y añadieron a la crisis sanitaria otra política, con un único interés, desgastar al gobierno central por todos los medios, inventándose bulos, ocultando cifras, presumiendo de compras de material sanitario que no llegaron, todo se empleó con un único objetivo y no era el de hacer frente al coronavirus.
Voy a ser muy sincero, intentaré medir mis palabras y ser comedido, pero los energúmenos a quienes me voy a referir, aparte de no merecerme ningún respeto, son la piara más indeseable, infecta y ridícula que pudo parir madre. A vosotros-as pánfilos-as, retrasados-as, alimañas de pisos vip, homínidos con NIF, deberíais saber que vuestros congéneres, cuando aún no habían salido de la cueva, practicaban la percusión con mejor suerte que vosotros, porque sonara bien o mal, interpretaban una obra musical con recursos muy primarios. Ustedes "piltrafillas" malcriados, ignorantes sinvergüenzas, de berreo consentido y malos modos ni son, ni fueron, ni serán patriotas de otra cosa más que del poder del dinero, de hecho comparten todos ustedes los mismos testaferros y paraísos fiscales, su españolidad se reduce al piso en el que residen temporalmente, y da igual que luzcan o empapelen sus lujosos apartamentos con banderas, porque como saben la mona con o sin seda, mona se quedó, y los millonarios que actúan con desprecio a los más humildes, palurdos canallas son. Sí, sí, ya lo sé, ustedes siguen viviendo en el medievo, los gobiernos y la ley se cuidaron siempre mucho de mantenerles entre algodones, ustedes, que solo ven siervos y esclavos, se rigen por el poder económico y no tienen moral ni les interesa el intelectual, y cuando digo esto no es porque me considere un gran pensador, simplemente juzgo sus palabras y sus gestos: negar la existencia de la pandemia y esgrimir que el estado de alarma es una maniobra del Gobierno para arruinar el país podría decirlo un niño, pero un adulto debería sonrojarse, o al menos presentar un estado de embriaguez que le impidiera balbucear una frase. Ustedes, zoquetes del asfalto, deberían ser conscientes de que su libertinaje debería estar caduco, ya superó con creces el período de validez, pero mientras que entre las fuerzas armadas y políticas sigan existiendo vasallos dispuestos a seguirles la obscena puesta en escena, no conseguiremos verlo del todo en orden. Ustedes, dementes majaderos, sacan a pasear su pestilente naftalina junto al aguilucho embalsamado, en un momento tan delicado, que de haber una justicia en condiciones, estarían todos-as ustedes fichados como delincuentes peligrosos, por atentado con alevosía a la salud pública. ¿No les parece que ya tienen ustedes suficientemente tocada la salud mental, para encima agravarla con el virus?... ¿no les avergüenza manifestarse por primera vez en su vida, haciéndolo como pasajero de un turismo de alta gama y defecando soflamas ridículas con un megáfono? ¿No les da vergüenza obstaculizar el paso a una ambulancia con las sirenas y luces de emergencia? ¿De verdad que no les avergüenza saber que hay gente aguardando colas, provistos de mascarillas y guardando la distancia de seguridad para recoger una bolsa de comida mientras ustedes juegan con la salud del país? ¿Y los zoquetes de Oviedo y Gijón emulando a los madrileños? ¿Os habéis enterado de algo? ¿Sabéis que Asturias ocuparía a nivel mundial el quinto puesto en pruebas PCR? ¿Os enterasteis que nuestras UCIS no registraron una ocupación superior al 40%? ¿Qué ladráis? ...
Tengo que recurrir a un fuente conservadora para enterarme de que la élite madrileña protesta por la destrucción sanitaria, económica y política, y lo que más me gustaría es que alguno de estos indigentes mentales me respondiera a una sola pregunta: esa destrucción ¿se llevó a cabo en los 3 meses que llevaba de legislatura el actual Gobierno central, o quizás fueran necesarios 24 años en los que la corrupción del Partido Popular privatizó todo lo que caía en sus manos para beneficiar a sus ilustrísimos vecinos y sus empresas?.
Merecen ustedes líderes de altura, competentes, empáticos, por supuesto de su mismo pelaje, conservadores y ruines, merecen ustedes un exilio al Brasil de Bolsonaro, o a los EE UU de Trump, para que les enseñen en dónde se están preparando fosas comunes, y si no quieren cruzar el charco, pueden irse a la Francia de Macron o al Reino Unido de Boris Johnson, o mejor aún a Rusia, en donde la información es todo transparencia. Ustedes necesitan líderes que vayan en consonancia con su capacidad de razonamiento, cuando un cerdo gruñe a un asno, no es necesario un intérprete, la oratoria es tan simple y básica que admite hasta eructos como discurso plausible, muestra palpable de todo lo que argumento son figuras tan prescindibles como inútiles, apellidos como Abascal, Monasterio, Casado o Ayuso, creo que se adaptan a la perfección a una obra literaria de carácter universal, "Los Miserables" de Víctor Hugo, a quien se le atribuye una frase que viene como anillo al dedo para finalizar mi alegato: "Cuanto más pequeño es el corazón, más odio alberga".
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