Pravia
La inspiración en Forcines, Pravia, surge como les fabes en mayo y pone en marcha el contador de fascistas en España con más eficacia que don Pedro y el doctor Simón el de fallecidos por el coronavirus, que los archivan en "paquetes" (medicus dixit), según informó ayer. Resulta que uno de los "paquetes" estaba equivocado y lo pasó al mundo de los vivos. Con todo el respeto para los fallecidos y sus familias, así es como informa el cansino doctor. En cuanto don Pedro oteó el cabreo de sus socios ultraderechistas del PNV por el acuerdo UP-PSOE-Bildu para salvar vidas (ironía), tomó las riendas del contador, observó que no era necesario un mes más de confinamiento, disminuyó en dos mil el número de fallecidos y espero que a mediados de junio nos enteraremos de que no murió nadie de coronavirus y que fue todo un espejismo. Si la inspiración de Forcines tarda un día más, queda fuera de juego como los malos delanteros, pues se me olvidaba que hasta adelantó el inicio del fútbol y si coincidiera ese inicio con un Barcelona-Madrid en el Camp Nou autorizaría el público para no violentar a Esquerra, que también hace falta, y todo por la patria. Con eso y la destitución del coronel de la Guardia Civil, el apoyo del señor Rufián estaría cantado.
Por favor, creer que la prensa internacional va a confiar en alguna predicción española sobre el virus es una ingenuidad, ¿quién va a predecir nada? ¿El doctor Simón, que ni siquiera acierta el pasado?
No lo sabía, pero creo que el doctor Simón ya ocupaba un puesto de asesoría en el Gobierno del señor Rajoy. Con estos asesores no me extraña que el PNV le engañara y después le apeara del Gobierno. ¿Estará ahora haciendo lo mismo?
Para asegurar la salud son necesarias muchas más cosas que encerrar a la gente en casa, es necesario comer, y si no se es político es necesario trabajar. La idea de la ministra de Trabajo que se felicita porque hay seis millones de españoles cobrando del Estado sin trabajar y casi aspira a que estemos todos significa aspirar a la cuadratura del círculo, pero la realidad es que todos vemos las inmensas colas en las iglesias esperando comida y en las asociaciones de vecinos lo mismo, mientras no vemos a nadie en las puertas de los sindicatos. Sus jefes Pepe y Unai, como siempre comieron y nunca trabajaron, creen en su ingenuidad que a todo el mundo le pasa lo mismo.
No entiendo cómo tantos engañados por don Pedro y don Pablo siguen creyendo en ellos:
uno asegurando que nunca pactaría con UP porque no dormiría, el otro porque disfrutaba viviendo en su pisito de Vallecas hasta que alcanzó el cielo en la sierra madrileña.
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