Campanal
Marcelino Vaquero Glez. del Río, más conocido como "Marcelo Campanal" o "Campanal II". Avilesinos, asturianos, españoles, grábense bien este nombre. Se nos ha ido. Y se nos ha ido como era él: sin hacer ruido, sin dar la nota (esa sólo la daba en el campo de fútbol y en la pista de atletismo), casi sin enterarnos. Y digo grábense bien este nombre, sobre todo los avilesinos, porque igual que no ha habido ni habrá un deportista español como Rafa Nadal, tampoco ha habido ni habrá un deportista avilesino (todos lo consideramos avilesino, como se consideraba él, aunque hubiese nacido en Gijón) como Marcelo. Fíjense si es así que en Sevilla todavía le idolatran, porque él fue allí un auténtico ídolo de masas (como lo era Di Stéfano en el Madrid o Kubala en el Barcelona) y dignificó más que nadie "la furia española". Y no era leñero, era duro. El "Huracán de Avilés". El fue el primer futbolista atleta, como pueden ser ejemplos hoy en día Cristiano Ronaldo, S. Ramos, Balotelli, etcétera. La última vez que lo vi por la calle iba acompañado de uno de sus hijos, como ocurría tantas veces desde el fallecimiento de su mujer y, más de una vez, tuve la intención de abordarlo y pedirle estrechar su mano, pero nunca me atreví. Y no porque Don Marcelo se fuese a sentir molesto, no, no, pero era que siempre lo he visto como a un ídolo, y los ídolos no se tocan. Ni que decir tiene que ahora estoy arrepentido, ya nunca podré estrechar su mano, pero me queda su recuerdo, como quedará para sus hijos, sus nietos y toda su familia. Ya sé que cuando alguien famoso muere, en seguida la prensa se llena de obituarios alabando la figura del finado. Pues bien, esta vez sí, SÍ con mayúsculas. Si alguien se merece loas póstumas ese es Don Marcelo. Porque si era bueno, buenísimo, como deportista, todavía era más bueno como persona. Lo vamos a echar mucho de menos; lo estamos echando ya mucho de menos. DEP. Hasta siempre.
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