Cero
De siempre me han gustado los números y desde hace unos años también me tiran las letras, y he de reconocer que, de tener que elegir, no sé por cuáles me decantaría.
En el momento en el que “nos están dejando” vivir, quizá primen más las cifras por aquello del bombardeo con estadísticas, por lo que hoy me voy a referir a ellas.
Los números dan muchísimo juego a pesar de ser materia bien complicada. Con empezar por lo más básico, la clasificación, ya te puedes volver loco: complejos, reales, imaginarios, racionales, irracionales, enteros, fraccionarios, naturales, negativos, exactos, periódicos, primos, compuestos... como en un bazar chino. De todos los colores, gustos y sabores.
Pues bien, yo añadiría dos tipos más: faciales y “afacial” (si se me permite la licencia lingüística y en singular). Está clasificación es la más sencilla de todas. En el primer grupo están todos los números menos uno, que además es el único elemento del segundo: el cero.
A día de hoy, para mi gusto es el más importante. Cuando vemos en los informativos los datos de la pandemia referentes a contagios y/o muertes y vemos un cero, todo el mundo se alegra, que es lo normal.
Yo también participo del regocijo que supone saber que no hay nadie que ha enfermado ni nadie que ha muerto, pero lo mejor de todo lo que representa el cero no es su valor absoluto, no, lo mejor es que es “afacial”. No hay ninguna cara detrás de esa cifra. El resto de dígitos representan un rostro. Aunque sea solo uno el número de muertos, ese uno tiene cuerpo y alma.
Con el cero no pasa eso. Tras esa maravillosa cifra no hay nadie y por eso es la mejor de todas, al menos para el que subscribe.
Nada más sobre el mundo de las cifras.
Me despido de todos deseándoles... ¡salud y muchos ceros!
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