Los expertos de la educación
Como profesora de un centro de Educación Secundaria de carácter público, me siento una vez más vilipendiada, esta vez por su periódico.
Me consta que la mayoría de mis compañeros y yo estamos poniendo nuestros propios medios, dejándonos la vista ante una pantalla de ordenador, quitando horas de nuestra vida personal, preparando material adaptado para cada alumno, planteando actividades motivadoras, realistas, que se ajusten a las programaciones docentes y adecuadas a la situación, corrigiendo todas clase de ejercicios hechos de cualquier manera y enviados en cualquier formato, muchos de ellos casi ilegibles, para poder afrontar el reto de no dejar atrás a nadie en la docencia durante el confinamiento.
Desgraciadamente, como siempre, desprecian nuestro trabajo y esfuerzo la Administración, algunos padres y ahora parece que también lo hacen las academias y los periódicos.
Nos llenamos de orgullo aplaudiendo la labor de los sanitarios y olvidamos que no salieron de la nada, que para llegar allí donde están tuvieron una Educación Primaria y Secundaria que en la mayoría casos fue de carácter público.
Me duele especialmente que se ponga en primera página un artículo de opinión de un medio interesado, faltando al respeto a nuestro trabajo, más después de este periodo de confinamiento donde varias veces me he sonrojado por la actuación de algunas academias. He recibido multitud de ejercicios incorrectos que los alumnos, siempre con poco filtro, aseguraban que: “Tienen que estar bien, porque me los hicieron en una academia”. No quiero decir con ello que todas las academias obren de igual forma, desconozco la actuación de todas las academias de Asturias, aunque ellos parecen conocer muy bien a todos los centros públicos y concertados.
Me ha hecho daño también especialmente que se nos critique por cumplir con la ley establecida por el Ministerio de Educación y la Consejería de Educación del Principado de Asturias, que nos ha prohibido explícitamente avanzar materia y como premio a nuestro respeto por la ley establecida se alaba la actuación de los centros que incumplen las normas, y se critica la labor de quienes actuamos con diligencia a la ley.
Les recuerdo que el sistema de selección para dedicarse a la docencia en los centros públicos exige tener un título universitario y pasar un duro examen de oposición. En los centros concertados y privados solo se precisa del título universitario, y para impartir clases en una academia... vaya, ¿qué se necesita? Con esto quiero expresar que su periódico ha hecho eco de la opinión menos cualificada para la docencia, resulta que ahora los “expertos” en la educación son las academias, con un alto porcentaje de trabajadores frustrados por no superar el examen de oposición para ejercicio de la función pública.
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