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Santiago Carrillo y la guerrilla asturiana

8 de Junio del 2010 - Sabino Álvarez Pazos (Mieres)

En La Nueva España del domingo día 9 de mayo de 2010 leo las declaraciones del señor Franco. Señor Carrillo: ¿qué tal lo pasó usted en el exilio? ¿Se acordaron ustedes mucho de la guerrilla asturiana cuando estaban confortablemente en Francia u otros países? Yo aún recuerdo los «bulos» que les llegaban a los guerrilleros diciéndoles que en Francia había un ejército preparado con la intención de invadir España para combatir al general Franco? (...). ¿Acaso era ésa la forma que ustedes tenían para ayudarles?

La guerrilla, señor Carrillo,o no es que hubiera querido continuar como usted dice, sino que no tenía más salida que patear montes tratando de salvar la vida huyendo de la Guardia Civil y de las delaciones porque, al fin y al cabo, estas últimas fueron las que «acabaron» con la guerrilla, por lo menos en Asturias. En los archivos de la Guardia Civil de aquellos tiempos seguro que está todo escrito.

Mire usted, don Santiago, en lo único que estoy de acuerdo con usted es cuando dice: «Asturias fue una de las preocupaciones del régimen porque quizás haya sido aquí donde la resistencia fue más fuerte, más dura; donde, sobre todo los mineros o los metalúrgicos (he de recordarle que no solamente mineros o metalúrgicos) han sido los opositores a la dictadura del señor Franco, sino que en esa oposición al régimen participaron todos los trabajadores y los/as que no lo eran. Aquí la lucha fue de todos y todas, por supuesto, no adictos/as al régimen».

Pero sigamos con la guerrilla, de la cual me parece que usted sabe muy poco o casi nada. No es lo mismo hablar como usted lo hace, porque se lo han contado, que haber seguido muy de cerca los acontecimientos guerrilleros de aquellos tiempos.

Puedo asegurarle, señor Carrillo, que si todos los componentes de la guerrilla asturiana (de su partido) que murieron a manos de la Guardia Civil hubieren tenido el más mínimo apoyo para salir de España, seguro que no hubieren dudado ni un segundo en irse a Francia u otra nación y salvar, así, su vida.

Le hablo con conocimiento de causa, don Santiago; en la época que yo conocí a muchos de los componentes de la guerrilla apenas tenían armas y, menos, munición, y no digamos comida. El día que vi a José «Pepín» (no recuerdo sus apellidos, han pasado sesenta años), guerrillero de 19 años de edad, corría el año 1950. ¿Delito cometido por este guerrillero? Por supuesto, ninguno: su armamento consistía en una escopeta de cañones recortados (...). Un mes más tarde lo vi con una simple pistola.

Pues bien, señor Carillo: en este mismo año de 1950, en el pueblo (ya desaparecido) llamado Xuancabritu, la «benemérita» de aquellos tiempos mató al mencionado Pepín y a otro guerrillero. Le diré de qué forma y manera lo hicieron los valientes «beneméritos» porque, cuando les dijeron que estaban rodeados por la Guardia Civil, el guerrillero de la zona don Manuel –Manolo el Rubio– (muy buen señor donde los hubiere) se suicidó dándose un tiro en la boca; los otros dos, abrieron la puerta de la casa, tiraron las pistolas a la calle, salieron con los brazos en alto y... los acribillaron a tiros. Dos chavales casi niños, decenas de guardias civiles... No hubo perdón: las fuerzas franquistas no perdonaban. Ésa era la consigna.

La tarde anterior a ese fatídico día yo estuve desde las tres de la tarde hasta las diez de la noche con ellos. Aunque yo era un niño (15 años), las palabras de Manolo «el Rubio» aún las siento en mi mente: él sabía que más pronto que tarde las fuerzas franquistas acabarían con ellos. Y así fue. Me parece que estos tres guerrilleros fueron los penúltimos en morir, de la guerrilla asturiana. Éste es un dato que no puedo asegurar.

El Partido Comunista hizo muy poco o casi nada por la guerrilla asturiana desde el exilio, señor Carrillo. A mi juicio y viendo lo que pasó en aquellos tiempos, me atrevería a decir que el Partido Socialista se ocupó y preocupó más por los guerrilleros de su partido. ¿Le habrían dicho a usted de la concentración en el pueblo de Roíles (Mieres del Camino) de los guerrilleros de este partido, con Arístides Llaneza a la cabeza, para salir de España? De aquella salida se salvaron todos. Y eran muchos.

Sabino Álvarez Pazos

Mieres

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