El machismo: una forma de violencia que se encuentra incluso en la lengua
Todos estamos acostumbrados a ver el machismo y la violencia de género solo en casos extremos, como la violencia física. Pocas personas se dan cuenta de que, en realidad, existen formas de micromachismo que se encuentran a menudo en las palabras. Estamos en 2020 y, sin embargo, las lenguas neolatinas siguen siendo machistas, aunque muchos no lo noten.
Primero, tanto en español como en italiano existen todos los recursos para formar el femenino de las profesiones y las instituciones han establecido que es correcto emplearlo. A pesar de eso, una gran cantidad de personas se niega a utilizar dichas palabras, prefiriendo su versión masculina. ¿Por qué? Si hay mujeres que realizan esos trabajos y la lengua permite formar un femenino, ¿por qué no formarlo? Además, precisamente las mujeres, a veces, dicen que es mejor la forma masculina: algunas la prefieren porque piensan que no emplearla comporta la admisión de diferencias entre hombres y mujeres y otras no lo consideran un problema.
Asimismo, hay otras formas violentas de sexismo lingüístico en el uso de la lengua, como los piropos callejeros. En principio, son –según el diccionario– un modo de subrayar una cualidad estética de una persona, por lo general la belleza de una mujer, por lo que tienen una connotación positiva, de cumplido. Desafortunadamente, distintos individuos suelen emplearlos para poner de relieve una característica física de una mujer desconocida. Así pues, acontece a menudo que un hombre le diga “guapa”, por usar un eufemismo, a una mujer que no conoce. Hay mujeres que se echan a reír y otras que se ofenden. Y tienen razón, porque es –de todas formas– un atrevimiento, sin contar que existen también piropos machistas sumamente groseros que son un verdadero acoso verbal. ¡Estas situaciones no se deberían originar!
Finalmente, el machismo se encuentra incluso en las palabras “hombre” y “mujer”. Buscando dichos términos en el diccionario, veremos la cantidad de empleos negativos que existen. Obviamente, son más los de “mujer” y hay expresiones que tienen una acepción positiva en su versión masculina y una negativa en la femenina: por ejemplo “mujer de la calle” y “hombre de la calle”.
Los diccionarios tendrían que reflejar todas las acepciones léxicas de una lengua, según los diferentes contextos de uso. Asimismo, pienso que deberíamos cambiar muchos aspectos y actitudes machistas de nuestra sociedad, para que dejen de manifestarse también en la lengua.
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