Lo mejor de la vida es gratis
El coronavirus se ha infiltrado en nuestra sociedad, a nivel global, en plena era consumista, en un mundo injusto e insolidario en el que la brecha entre los muy muy ricos, la gran clase media y los pobres de solemnidad es una auténtica vergüenza y una absoluta indignidad a la que ningún sistema político ha querido hacer frente.
Ha tenido que ser un virus maligno el que nos ha igualado a todos, porque no ha entendido ni de clases sociales, ni de razas, ni de ricos ni pobres, ni de condición. La covid-19 se ha extendido por todo el planeta como una enorme mancha de aceite infectando indiscriminadamente a todo tipo de personas independientemente de su estatus social.
Es probable que, a pesar del drama personal y familiar que a cada cual le haya tocado vivir como consecuencia de la pandemia, cuando se controle el número de contagios y dispongamos de la vacuna, nos olvidaremos de ello y volveremos a ser la sociedad injusta e insolidaria que éramos anteriormente.
En cualquier caso, el confinamiento nos habrá enseñado que lo más importante de la vida es la propia vida, que el simple el hecho de vivir y respirar es gratis, como los son otras tantas cosas básicas de la vida que hemos aprendido a valorar durante este periodo de obligada inactividad y que no deberíamos olvidar.
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