Ennio... siempre inmejorable Morricone
Tras el fatigoso resoplido que extraía la locomotora unos pies asomaban por aquella escalerilla que comunica el vagón con el andén de la estación. Y un rostro angelical, bordando una sonrisa esperanzadora, sabiendo que la vida le brindará esa nueva oportunidad, se asoma al exterior.
Empiezan esos primeros instrumentos que enseguida se verán acompañados por unas voces que envolverán la melodía con un especial encanto. Ella, el personaje de Claudia Cardinale, acaba de llegar a Flaxton.
Un envejecido, para la ocasión, Robert De Niro alcanza aquel cajón de madera para así poder alcanzar aquel ventanuco y asomarse a los recuerdos de su adolescencia. Un flashback que se fusiona entre la mirada adulta y nostálgica con los ojos inocentes de un joven anonadado y embelesado. Porque, a través de aquel ventanuco estaba la inocencia, femenina y bella de una preciosa joven, Jennifer Connelly la interpretaba, que conociendo la curiosidad de su admirador, ensayaba piezas de ballet en aquel almacén, libre de murmullos y ruidos. También aquí la virtuosidad de los instrumentos, con esos violines in crescendo, abrigaba toda la escena y, por aquel tiempo indefinido de un sueño nos sentimos como aquel chico enamorado.
Dos piezas que reflejan la grandiosidad de un italiano célebre, enorme, genio... Ennio Morricone.
Piezas que denotan la impronta de un compositor magnífico que ha dotado a muchas películas con una atmósfera que, sin lugar a dudas, ha personalizado las más brillantes y recordadas escenas que pasarán a la posteridad.
Yo escogí "Hasta que llegó su hora" y "Érase una vez en América", por su carisma y gran empaque, pero la soberbia producción de Morricone abarca muchas piezas de indudable valor, tanto musical como cinéfilo o sentimental.
Asociado desde siempre con aquel binomio tan productivo y perfecto que hizo con el director, también italiano, Sergio Leone, donde la complicidad era tal que una escena de uno era rápidamente arropada por las notas musicales del otro, surgiendo memorables melodías para la posteridad.
Pronto cumplirá 92 años, pero eso no es hándicap para que, si el tiempo y la salud lo permiten, disfrutar de su compañía el próximo otoño en Oviedo para recoger el premio "Princesa de Asturias" que, junto a John Williams, otro grande, le ha sido otorgado.
Y se culminará otra "Misión", el reconocimiento merecido a una prolífica y enriquecedora carrera universal en el mundo de la música. Las notas de Ennio sonarán siempre en algún lugar y en el momento más esperado.
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