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Empresa, empleo y sociedad

17 de Junio del 2010 - Luis Hernández Berasaluce

Vivimos en un mundo donde el cambio es la propia vida. Hace poco, una persona me dijo que era de un pueblo de la costa asturiana, de Cadavedo, que cuando iban los veranos a pasar las vacaciones a casa de sus padres, veía siempre el pueblo igual, casi no cambiaba de un año a otro. Pero a partir de los años noventa, esto dejó de ser así. Se empezaron a edificar casas nuevas, aparecieron hoteles, se abrieron comercios y se modificaban los propietarios de las casas y de los establecimientos comerciales. En definitiva, me quería decir que a partir de los años noventa, hasta en su pequeño pueblo, la sociedad cambiaba.

¡Qué duda cabe que la sociedad siempre ha cambiado! No hace más falta que ver fotografías antiguas de su ciudad y comprobar los coches, los tranvías, los barcos, etcétera. Vivir en una sociedad humana es vivir en cambio, pero de veinte años para atrás, ese cambio es grande y rápido, lo que antes tardaba casi una vida, hoy se realiza en menos de diez años. Esa es nuestra nueva forma de ser y de actuar.

Y hablando del cambio, ¿qué pasa con nuestro trabajo?, ¿qué pasa con nuestras empresas? Y ¿qué pasa con nuestras administraciones? Parece que en este último tiempo, el cambio es para un mayor desempleo, una menor posibilidad de trabajo. Los cambios, ya venidos desde la época de los noventa e incluso antes, nos vienen diciendo que el trabajo ya no está «abrigado» por las empresas públicas, ni tan siquiera como funcionarios de las administraciones. El cambio actual nos dice que el empleo viene de la capacidad de nuestras empresas por ser mejores que las de su competencia, tanto en Asturias, como en España o como en el resto del mundo. Ese es el nuevo mensaje y la nueva forma de entender la economía social.

Desgraciadamente la economía social actual habla mucho del empleo y del paro, pero quizás habla muy poco de las empresas que pueden ofrecer ese empleo o de las que han dejado de hacerlo. Pues hoy, lo mismo que ocurre con Cadavedo, para el empleo y para el paro, el problema fundamental no es el trabajo de las personas, sino que lo realmente importante es saber qué empresas hay que puedan dar ese trabajo. Hace unos años, y sobre todo en Asturias, se hablaba del empleo como la enorme capacidad que tenían muchas empresas públicas en «colocar» a gente o personas. Hoy, en nuestro cambio económico, eso ya no existe. Ahora el empleo viene dado por la enorme cantidad de empresas que lo puedan ir creando.

Podríamos hablar del número de empresas que se crean y se destruyen en España, viendo como ello, denota un aumento y destrucción del empleo.

EMPRESAS Y EMPLEO 2.006 2.007 2.008 2.009 2.010

EMPRESAS CREADAS. Nº 148.964 142.763 103.565 78.171 84.108

EMPRESAS DISUELTAS. Nº 11.071 18.047 16.222 17.385 27.222

PERSONAS ACTIVAS 21,8 22,4 23,1 23,0 23,0

Subtítulo: Los cambios sobre el mercado laboral y sobre quienes ofrecen hoy más puestos de trabajo

Destacado: La solvencia para el futuro no tiene nada que ver con los tiempos económicos, sino que debe ser un sistema o método generalizado de actuar

PERSONAS OCUPADAS 20,0 20,5 19,9 18,6 18,4

PERSONAS PARADAS 1,8 1,9 3,2 4,3 4,6

TASA DE ACTIVIDAD% 58,6 59,1 60,1 59,8 59,8

TASA DE PARO% 8,3 8,6 13,9 18,8 20,1

En el cuadro adjunto, extraído del Instituto Nacional de Estadística, elaborado bajo datos del Resumen de Sociedades Mercantiles y de la Encuesta de Población Activa, vemos cómo del año 2006 al 2010 (elaborado), el número de empresas creadas nuevas se redujo en 64.856 empresas. Es decir, en el período de cinco años, ha habido una reducción de más de sesenta mil empresas al año, por tanto, las empresas que no han sido creadas cada año no pueden generar ningún empleo. Pero además de las no nuevas, podríamos ver las que se cierran, que en este caso en el 2010 podemos ver que se disolverán o cerrarán más de 27.000 empresas, frente a las 11.071 del 2006. Por lo que sumando ambas cantidades, sabemos desgraciadamente que entre estos pocos años, el número menor de empresas en funcionamiento habidas en el año 2010 será de unas 80.000 menos, lo que equivale, lógicamente, a un bastante menor número de empleos.

Si queremos observar los índices de empleo, veremos que toda esa reducción de empresas nos deja un incremento de la tasa de paro desde un 8,3% del 2006, hasta el 20,05% actual. Dicho en términos más populares, tuvimos 1,8 millones de personas desempleadas en el año 2006 frente a los 4,6 millones de ahora. Por tanto, la reducción de empleo subordinado a esa reducción de empresas ha traducido nuestra economía en un enorme desconcierto económico, tanto que ninguna administración y pocas empresas están sabiendo cómo abordarlo.

Contrariamente al sistema general de cambio social y económico, hay algunas cosas que no cambian y que deberían haber existido en las empresas españolas, lo que habría evitado la nefasta destrucción de empleo. Las empresas en los tiempos de crisis y en los tiempos normales deben mantener criterios de solvencia para su futuro. La solvencia para el futuro no tiene nada que ver con los tiempos económicos, sino que debe ser un sistema o método generalizado de actuar. Si formamos una empresa que necesite una subvención para su sostenimiento, esa empresa durará lo mismo que la subvención, por lo tanto, el futuro o su solvencia para ello será muy breve, ya que su mercado se encuentra suscrito a la política administrativa que le haga pagar la subvención. Aunque parezca mentira, este tipo de empresas existe. Por el contrario, una empresa que venda en su territorio un 50% de su producción y otro 50% en territorios alejados o en exportación y que además cubre verdaderas necesidades de sus clientes, tendrá su futuro bastante largo, ya que se acerca al cliente y además tiene varios mercados que aliviarán los altos y bajos del ciclo económico. Este es el tipo de empresas que necesita España y que afortunadamente, en Asturias, cada vez lo vamos teniendo.

¿Cuál es la verdadera razón por la que en España haya habido un desempleo de 3 millones de personas en estos tres últimos años? La verdadera razón es la falta de empresas que se cerraron o que tuvieron que reducir sus empleos porque no tenían un mercado significativo para sus productos. Hemos visto cerrar a muy grandes empresas que mantenían un mercado muy bajo o muy poco específico, por ejemplo algunas de edificación de edificios. Sin embargo vemos otras pequeñas empresas que siguen viviendo perfectamente, a pesar de la crisis; por ejemplo, alguna asturiana que se dedica a las cometas. La diferencia entre ellas no es su tamaño, sino su mercado, sino su capacidad de entrar en los clientes. Esta es la verdadera diferencia en las empresas. Afortunadamente, hoy en Asturias ya no tenemos que jugar con los malos modos económicos de las grandes empresas públicas, que sostenían sus mercados por el influjo de una gran y poderosa administración. Hoy las empresas asturianas saben, y lo hacen muy bien, vender sus productos en todos los mercados nacionales e internacionales, sabiendo que su futuro es su mercado y su mercado es saber hacer mejor sus productos.

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