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Los asesinatos de la UCA, en El Salvador: juicio en la Audiencia Nacional española

16 de Junio del 2020 - Javier Arjona (Siero)

La Audiencia Nacional ha retomado la celebración de juicios después de casi tres meses de paralización de la actividad judicial por la pandemia del virus. Entre ellos la causa por el asesinato de Ignacio Ellacuría y otros curas jesuitas españoles en El Salvador en 1989.

El 16 de noviembre es aniversario de los crímenes en la Universidad Centro Americana, los militares salvadoreños asesinaron al rector de la UCA Ignacio Ellacuría, al vicerrector académico Ignacio Martín-Baró, al director del IDHUCA Segundo Montes, al director de la Biblioteca de Teología Juan Ramón Moreno, al profesor de Filosofía, Amando López, quienes además eran docentes, investigadores y escritores; junto con otro jesuita, Joaquín López, director de Fe y Alegría... y dos colaboradoras, Elba y Celina Ramos.

Antes, en la Semana Santa de 1987, una delegación de los COSAL de Asturias, de Galiza y de Cataluña realizaba una visita desde Nicaragua a Honduras, sede de los “contras” financiados por USA, con la intención de acompañar los campamentos de refugiados salvadoreños, que huyendo de la guerra en el “pulgarcito de América” tenían la protección del ACNUR, en San Antonio, Colomoncagua y Mesa Grande, ubicados los tres en la frontera hondureño-salvadoreña, y con decenas de miles de personas en refugio. De aquella visita saldría un folleto del COSAL de Asturias con el nombre “Pelotas de trapo para los niños salvadoreños”.

Allí, en las procesiones religiosas masivas dentro de los campos, se vería de forma intensa la figura de Monseñor Romero, el obispo asesinado en 1980, que posteriormente fuera declarado primero beato y luego santo por la curia católica, y con cuyo nombre sería bautizado después de los Acuerdos de Paz de 1992 (Véase el comic-novela gráfica de Ruma Barbero “La Chelita-El Salvador 1992”) el aeropuerto de la capital.

Antes, antes de que la paz fuera firmada en el castillo de Chapultepec en México, nuevas delegaciones asturianas visitaban El Salvador, y en la zona de Perquín a varias comunidades de retornados: eran muchas de las personas que habían estado en los campos de refugiados, que habían logrado un retorno colectivo, y habían fundado una nueva Comunidad. ¿El nombre? Segundo Montes, uno de los jesuitas asesinados.

Esa delegación asturiana de 11 integrantes, que también había estado en Nicaragua y Honduras, determinó crear una de las ONG más activas de su tiempo: Las Segovias (nombre de un departamento del norte de Nicaragua donde tuvo asiento principal la guerrilla victoriosa de Augusto César Sandino, que logró expulsar a los gringos de su patria). Posteriormente rebautizada como ACSUR.

Y fue antes de la firma de los acuerdos de Paz, en 1991, cuando Las Segovias realizaría una de sus acciones pioneras: traer de la comunidad Segundo Montes a su grupo musical, y hacer un recorrido magistral por varias localidades asturianas: la capilla de Grao, el Teatro Jovellanos de Xixón donde los ritmos campesinos hicieron saltar de sus asientos a los asistentes, la capilla de las Pelayas en Oviedo, una discoteca de Blimea, y el propio Seminario de Oviedo donde se alojaron. La cantante, Meymis, tenía 11 años.

La siguiente gira organizada por Las Segovias sería al año siguiente, pero el destino era guatemalteco y la protagonista Rigoberta Menchú: se trataba de hacer campaña al Nobel, que la representante indígena (hija de don Vicente Menchú, uno de los quemados por el asalto militar a la embajada española en Guatemala de 1980) iba conseguir ese año.

Y sería Las Segovias quien propondría y conseguiría del Ayuntamiento de Xixón la edición del libro “De la Locura a la Esperanza", los textos de la Comisión de la Verdad contemplados en el Acuerdo de Paz de El Salvador. En la edición gijonesa con el prólogo de su alcalde Tini Areces.

A las labores solidarias del COSAL, que habían reforzado las acciones de Las Segovias, hay que sumar el colectivo de componente más cristiano de base que se autodenominó y se llama todavía Comité de Solidaridad Monseñor Romero, en memoria y reconocimiento al obispo asesinado por los militares.

La UCA, la universidad del crimen múltiple, tiene su propia historia, y algunos activistas veteranos la escucharon de propia voz de uno de sus fundadores y dirigentes destacados: Fernando Cardenal, ministro de Educación en la Nicaragua sandinista, que primero logró una ubicación en Granada, Nicaragua, en un hermoso paraje junto al gran lago Cocibolca, que después, cuando la universidad fue llevada para Managua, se reconvirtió en centro de formación profesional, en cuya puerta se pueden ver placas de reconocimiento a la abundante cooperación española y asturiana, con participación también de un activista asturiano, de Villabona, José Solís, que antes de ir a “cortar café” a la Nicaragua agredida, había sido dirigente agrario de la UCA, cuando esa organización agraria tenía componente progresista.

(Por cierto, dentro de esa hermosura inmensa del lago Cocibolca está la isla de Ometepe, con sus dos volcanes, en la que la escritora Pilar Sánchez Vicente en su novela “Mujeres errantes” ubica a un cura asturiano ficticio que enviaba “Cartas”, con menciones históricas al comandante guerrillero, nacido en la cuenca minera, Gaspar García Laviana.

Y en esa misma isla de Ometepe, mucho después, iría a participar en una de las carreras extremas en las que suele concurrir –en el desierto, en el hielo, en las montañas– el obrero portuario Fer, que en el momento de escribir esta nota lleva 35 días en huelga de hambre en el Puerto del Musel).

Entraron los militares a la UCA de San Salvador, cometieron sus horrendos crímenes, hubo parcial amnistía en los Acuerdos de Paz, pero no prescriben los que son de lesa humanidad, participaron activamente el que fuera presidente del Parlamento español y ministro con la UCD Fernando Miranda, embajador en El Salvador, y el que fuera diputado asturiano Manuel García Fonseca, “El Pole”, en testimonios ante la Audiencia Nacional, miraron a la cara a los asesinos en el país centroamericano. Falleció don Fernando, se mantiene en plena forma El Pole a sus 80 primaveras, y junto a otros testimonios, la perseverancia de las familias, y el empeño de la comunidad jesuita en dar a conocer al menos la Verdad, ahora se inicia nuevo juicio en Madrid a uno de los coroneles asesinos.

“Verdad y Justicia para las víctimas, puentes hacia la reconciliación y la paz”.

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