A Sergio Herrero (mediación familiar)
Estimado Sergio, me permito decirte que te has equivocado de pleno al trasladar a la prensa el conflicto que mantienes con el juez Campo, que por cierto, según se comenta entre letrados, es más personal que profesional. Creo que te has equivocado en todo, en la forma y en el fondo, pero sobre todo en la forma. Atentar públicamente y desde una Corporación de Derecho Público contra el honor y buen nombre de un juez que todos sabemos que es honesto y que trabaja desinteresadamente para mejorar el sistema en la especialidad que le ocupa (nos dé o no la razón en sus sentencias), además de impropio me parece una verdadera canallada, y tanto o más grave aún es meter en el ajo a su hermana, una abogada –como tú y como yo, Sergio– a la que le ha costado mucho trabajo y esfuerzo hacerse acreedora del prestigio profesional que tiene reconocido, el único activo que tiene y que tenemos todos los abogados para poder vivir de nuestra profesión, y que el Colegio que tú presides ha tratado de poner en cuestión con falsos amagüestos, ¡alucinante!
Espero que rectifiques y creo sinceramente que lo vas a hacer. Si es así te adelanto mi felicitación, a la que seguro que sumarás la de muchos letrados perplejos con este asunto, y en caso contrario aquí queda mi crítica junto a mi encarecida petición de que no vuelvas a protestar por los juicios paralelos en prensa que tanto criticas y que tan habituales, dañinos e injustos son cuando se tratan cuestiones propias de tu especialidad. Esto es parecido, ¿verdad?
Y en cuanto al conflicto de fondo, el proyecto de mediación, admitiendo que todas las posturas son discutibles y lícitamente trasladables a los medios de comunicación, considero que la intervención de los psicólogos o, dicho de otra manera, la formación de equipos multidisciplinares para tratar de buscar soluciones consensuadas y razonables a las rupturas matrimoniales resulta inevitable y positiva para los intereses de nuestros clientes (nos dedicamos a buscar la mejor solución para ellos), sin que a mi juicio constituya riesgo alguno para el ejercicio de nuestras facultades ni tampoco, Sergio, para nuestra minuta.
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