¿Qué hacemos con nuestros jóvenes?
¿Los confinamos por las noches o dejamos que sean los más seguros transmisores del coronavirus? En su casa hay padres y personas mayores que pueden ser contagiados pues no tienen falta de salir a la calle y ponerse la mascarilla en todo momento si el virus les puede llegar sin enterarse en cualquier momento.
Se dice y bien que hay jóvenes responsables claro que sí, pero ¿cuántos hay irresponsables? y cuando se han tomado unas copas de más o tomada alguna sustancia de alegrías se olvidan de los consejos y de las consecuencias de su falta de responsabilidad, ¿cómo pararlo?, es un asunto muy escabroso que los políticos no se atreven ni hablar de ello, los padres tiemblan, los abuelos no digo nada, pero ¿quién los detiene? ¿Quién los frena? En la juventud es todo vida y la muerte es normal solo en los abuelos, esa es la cuestión. Los hemos educado ciertamente para ser responsables y si lo hemos hecho no hemos logrado los propósitos deseados, ahora son la principal correa de transmisión del maldito virus y ¿cómo parar esta vía de contagio?, además la mayoría de ellos pueden ser asintomáticos y sin darse cuenta contagiar a sus progenitores y abuelos, pero no se darán ni cuenta que esto ocurra, nunca se sentirán culpables por su juventud ,por solo serlo, no tienen conciencia de hacer nada malo con salir con su amigos, amigas, abrazarse, besarse, hacer el amor, dar caladas al mismo porro, beber de la misma litrona, eso socializa y está por encima de todo recomendación, pues el instinto de las fuerzas juveniles que emergen como torrente de vida sobrepasan todo raciocinio. ¿Acaso no fuimos todos jóvenes o ya nos olvidamos de nuestras locuras pasadas? Pues ese es el pecado de la juventud divino tesoro, mas ahora puede ser el árbol del ahorcado perdido en las nieblas del triste destino actual, ¿cómo detenerlo?
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