Pretextos fuera
La mayor perfección de toda persona es cumplir el deber por el deber
Kant
Por una vez –y ojalá sirva de precedente– el presidente del Gobierno de nuestro país y el presidente del PP están de acuerdo en algo, verbigracia, Zapatero, dispuesto a suprimir ministerios y altos cargos en la estructura del Estado, y Rajoy, instándole al primero a racionalizar dicha medida como ejemplarizante de austeridad...
Meca, qué bien, oye. Años ha Henry Ford dejó claro, clarísimo, que «uno puede hacerlo todo si tiene entusiasmo. El entusiasmo es la levadura que hace subir la masa de las esperanzas hasta las estrellas. El entusiasmo es el brillo en los ojos, el apretón de la mano, el irresistible brote de la voluntad y energía para realizar las ideas. Los entusiastas son luchadores. Tienen entereza. Poseen cualidades permanentes. El entusiasmo está en la base de todo progreso. Con él hay logros. Sin él sólo hay pretextos».
Amables lectores, pretextos fuera, pues. Este escribidor tiene un catarro de tres pares de narices desde el pasado domingo. Bien podríamos tomarlo de pretexto (y no es broma) para no acercarnos al ordenador, no fuese que le contagiásemos nuestra incipiente gripe veraniega. Bueno, en ese caso llamaríamos a un buen técnico arreglador de estos aparatos. La factura se la pasaríamos al periódico, claro.
Despedida y cierre.
Érase una vez.
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