La bancarrota de las finanzas públicas
Sobre el tema que copa estos días las portadas de los periódicos, entre otros LA NUEVA ESPAÑA, relativo a la bancarrota de las finanzas públicas, incluida las de nuestra autonomía, y las medidas que empiezan a barajarse para atajar la situación, básicamente de subida de impuestos, quisiera hacer la siguiente reflexión: creo que el (grave) problema de las finanzas públicas de Asturias (y de toda España, que es el mismo y por las mismas causas) no es tanto de recaudación como de gasto, de despilfarro descomunal. La cantidad de ayudas y subvenciones a todo y a todos, de empresas públicas autonómicas (deficitarias, por supuesto), chiringuitos, gastos suntuosos de los políticos incluyendo montante de las subidas de sueldo anuales de los últimos años, coches oficiales de coste aberrante y en número desproporcionado, viajes al Caribe, exuberancia de altos cargos, etcétera... que se han ido creando continuamente, que nos ofrecen como un regalo que se nos hace a los asturianos, y que al final alguien tiene que pagar. Está claro quién y cómo: los asturianos y el futuro de nuestros hijos y nietos. Ahí sí que se podría meter mano y probablemente se solucionaría el problema. Y lo chocante es que cuando se habla de meter mano al gasto, siempre se refieren a la sanidad pública y a la educación de nuestros hijos. ¿Por qué no vuelven a dejar las cosas como estaban, por ejemplo, hace diez, quince años, cuando había más sentido común (y más vergüenza), antes de tanto cúmulo de subvenciones y gastos nuevos sobrevenidos, de los que no había tanta necesidad como para llevarnos a la bancarrota, y se dejan de historias? En informática, en el sistema operativo Windows para PC, existe la posibilidad de fijar un punto de retorno, en un momento dado en el que el ordenador funciona sin problemas. Si luego, al ir navegando por internet, metiendo programas nuevos, etcétera, el sistema se va cargando de basura y va dejando de funcionar, atascándose, se le da a una tecla y el ordenador vuelve al punto de retorno fijado, eliminando todos los cambios posteriores, y vuelve a funcionar perfectamente. Algo así habría que hacer con los gastos del Principado.
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