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Juan José Corrales Montequín, un hombre justo y honrado

7 de Agosto del 2020 - Salvador de Dios Vázquez (Colloto)

Hace pocos días asistí en Pola de Siero al funeral del que fue alcalde de este concejo, don Juan José Corrales. En el acto hubo muchas autoridades y amistades del finado. Los políticos se prodigaron en declaraciones elogiosas que han publicado los medios.

Yo tengo algo que decir ahora. Porque es de justicia y callarlo sería un acto de cobardía por mi parte.

Hechos:

Cuando el Ayuntamiento de Oviedo nos expropió una nave industrial en una operación muy perjudicial para nuestra pequeña empresa familiar, con el dinero que nos dieron dimos la entrada para una nave que se iba a construir en el polígono Águila del Nora (antigua fábrica de cerveza de Colloto).

El dinero estaba depositado en una entidad bancaria de Colloto y mi mujer fue a hacer la transferencia a la cuenta del constructor, de otro banco, y entonces “estalló la tragedia”.

Mi mujer fue al banco a primera hora, la transferencia la hizo un empleado, no estaba el director y a media mañana la llamó para que pasara por su oficina para decirle que era una pena que hubiera perdido todo su dinero ya que el polígono nunca se iba a construir porque era ilegal y que esta operación de venta de futuras naves era un fraude urdido por el constructor y el alcalde de Siero.

Esto ocurrió un viernes, el sábado teníamos planeada una excursión con un grupo de amigos a Covadonga. Cuando llegué a casa por la noche mi mujer estaba acostada con dolor de cabeza y malestar general, no fuimos a la excursión y hasta el lunes estuvo sin salir de casa con tristeza y malestar. Le dije: te voy a llevar al médico, y fue cuando se derrumbó, entre sollozos y ansiedad me contó lo que le había dicho y asegurado el director del banco.

Ese mismo día me presenté en el banco y dije quién era, el director muy correctamente me saludó y me pasó a su oficina; me dijo lo siguiente: “Ya te estaba esperando por lo que le dije a tu mujer; pues bien, a ti te lo voy a decir más claro: esto del polígono es una trama mafiosa entre el alcalde y el constructor del polígono inexistente e ilegal. Yo sé de buena tinta que nunca se va a construir, únicamente son legales las antiguas naves para reformar, hay un hostelero que ya las ha comprado”.

El director, con gesto paternal, me dice que es una pena que a gente trabajadora y humilde le hayan robado los ahorros de toda una vida, “yo a todos los que puedo les digo la verdad y por eso nadie de Colloto ni alrededores compra una nave ahí” (cosa que es verdad).

Me fui a buscar al constructor que ya había cobrado el dinero y le dije con malos modales lo que nos habían asegurado, me escuchó con atención y me dijo que me calmara, que no era el único al que le habían dicho eso.

Estos hechos ocurrieron el mes de abril de 2003, el constructor me prometió una entrevista con el alcalde calumniado, y si yo no quedaba convencido de la verdad nos devolvía todo el dinero.

El día 23 nos recibió en su despacho el señor alcalde, al constructor y a mí. Don Juan José me estrechó la mano, escuchó con atención y respeto (con más respeto que con el que yo le traté a él), me contestó a todas mis preguntas y me dijo que habíamos hecho mi mujer y yo una buena inversión, ya que este polígono iba a ser de los mejores de Asturias.

Cuando terminó la reunión, y al ver la serenidad y firmeza de don Juan José, le dije: “Espero que lo que me ha dicho sea cierto. Si no lo es, ándese usted con cuidado porque un hombre de bien, llevado a un estado de desesperación, puede convertirse de la noche a la mañana en un criminal, y si el director miente aquí me tienen los dos para meterle en la cárcel”.

Pasados unos días, me llamó por teléfono el director del banco para persuadirme de que no testificara porque lo que nos había dicho a mi mujer y a mí no era lo que le dijimos al alcalde, sino algo que él había oído por ahí, y que le habíamos entendido mal.

El director desapareció de Colloto y no supimos más de él; lo que sí supe fue que don Juan José le perdonó por estos hechos y le evitó pasar por los tribunales y ser despedido del banco.

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