En el Banco de la Rula
“En el Banco de la Rula / vibra un sabio mentidero, / se habla en tono marinero / de la luna, de la angula, / de Neptuno y de su gula”
(Poema de Pepe Suárez Jardón)
Sumario: De cómo las nuevas tecnologías nos han acercado a todos, al instante
Destacado: A primera vista, todo queda al alcance desde este banco, y la transmisión oral de sus reflexiones puede alcanzar la velocidad del sonido
De hace muy pocos años recuerdo una muy repetida postal tapiega en la que, superpuesto a cuatro imágenes de nuestra playa, figuraba un mensaje imitando un telegrama: “Todos bien, El Terín en puerto. Abrazos: Pepe”. El texto quería decir que si dicho barco de pesca, uno de los más populares y queridos de la historia del pueblo, estaba atracado en el muelle, el resto de las personas, y hasta de las cosas, podrían considerarse en perfecto estado de revista. Las postales eran, sobre todo, el modo que los tapiegos y veraneantes teníamos para comunicarnos con nuestros seres queridos. Era también la señal de que el veraneo, un año más, seguía su curso, alegre y festivo.
Desde aquellas formas de comunicación que hoy nos parecen prehistóricas, casi no damos crédito de la nueva magia telemática que cada mañana nos pone en contacto a más de cinco mil trescientos tapiegos y allegados, a través del grupo de Facebook “En el Banco de la Rula”, timoneado por la tapiega Encarna Pola Mariñas. Su título no es casual. Se refiere al mejor espacio porteño que Tapia de Casariego tiene para ver y observar, para pasar revista y dar el visto bueno, o malo, a quien se atreva a cruzar por delante; para pasar lista y poner falta a quien no comparezca; para certificar quién se ha emparejado con quién, o, por el contrario, quién se ha separado de quién.
Es también, claro, una pasarela donde lucir el último modelo, o donde quedar en descrédito si se repite el vestuario del verano anterior. ¡Vaya por Dios! El Banco de la Rula, que cumple diez años de vida, es la mejor atalaya de todo el concejo y no precisa catalejo alguno. Salvando las distancias, utiliza el mismo método que el gran magistral de “La Regenta”, desde la torre de la catedral para adentrarse en las cocinas de Vetusta. A primera vista, todo queda al alcance desde este banco, y la transmisión oral de sus “reflexiones” puede alcanzar la velocidad del sonido.
Lo cierto es que la magia de Facebook nos ha acercado a todos a la instantaneidad de los acontecimientos. Desde este banco nos enteramos de todo. Es decir, si el perro de fulanita ha hecho caca delante de la casa de menganito. Si el contenedor de basura de nuestro portal ha rebasado su capacidad por la mala práctica de algún desaprensivo, o si permanece abierto “cheirando” a toda la vecindad y al albur de las gaviotas. Es también el campanario donde tocan a muerto, y por el que conocemos las malas nuevas que, desgraciadamente, a veces nos golpean con crueldad. Es el Banco de la Rula el cartel de anuncios de fiestas y saraos varios, la pluma o la voz de atrevidos poetas y cantantes, o el álbum donde presumir de nuestros posados al pie de las pirámides de Egipto, o delante de la Torre Eiffel. También, a veces, el tablón de anuncios de los bandos de la Alcaldía tapiega, que ve en este altavoz el mejor y más potente difusor de sus mensajes y normas de convivencia. Recuérdese que este grupo de Facebook tiene un gran número de seguidores, más de cinco mil bancorruleros permanecen, simplemente, a la escucha; sin embargo, todos sabemos que están ahí, como la vieja del visillo.
El caso es que dicho banco no fue concebido inicialmente (en 1959) para este “Sálvame de lux” a la tapiega, sino para descanso y lugar de debate entre los viejos marineros tapiegos después de la faena, o tras rular el pescado. Pues nada, que ahora, con faena o sin ella, no hay un solo tapiego que, en alguna ocasión (muchos tienen reserva permanente), se haya resistido a no “pousar” el trasero en este banco y dejarse llevar por las “sabichadas” nuestras de cada día. ¡Ay de nosotros el día que nos falte el Banco de la Rula!
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