Otras dos masacres en Colombia
Para algunas personas puede resultar cansado "escuchar" el silencio sobre las masacres o exterminio social planificado en Colombia.
Para otras puede resultar obsceno dicho silencio.
Lo que no se puede afirmar es que tal silencio sea generalizado: ¡Si hasta la ONU declaraba el domingo anterior que, en estricto cometido de su labor en Colombia, había documentado 33 masacres este año!
https://mas.lne.es/cartasdeloslectores/carta/40720/habra-manera-detener-exterminio-social-colombia.html
Pues desde ayer, viernes, ya son 35.
Una masacre de seis personas en El Tambo, en Cauca.
Otros cinco civiles fueron hallados muertos en el corregimiento El Caracol, del municipio de Arauca.
Estas dos masacres se suman a las registradas en Cali el 11 de agosto, cuando cinco menores fueron hallados por sus familias degollados en un cañaveral del barrio Llano Verde, en el oriente de la capital del Valle, y en Samaniego, el sábado anterior, donde asesinaron a nueve jóvenes, y este martes, asesinato de otros tres comuneros awás en el municipio Ricaurte.
No acertaba el dibujante de Blimea A. Zapico con el título de su cómic "Imposible mirar para otro lado", donde narraba hechos parecidos y dedicaba una de sus historias a un sindicalista como Luciano Romero, de cuyo crimen se hablará de nuevo en los próximos días, con ocasión de su aniversario y una jornada prevista en el CCAI de Xixón el 12-S. Y lo de que no acertaba se refiere a que "sí se puede" mirar para otro lado para no querer involucrarse en detener el exterminio social en Colombia.
Mirar para otro lado es a lo que orientan los dos gobiernos ultras de Colombia y EE UU, que esta semana han estrechado nuevos lazos con nuevos pactos y nuevas cesiones de soberanía, al calor de millones de dólares que redundan en la guerra sucia y el exterminio social.
Sin embargo, este mes está llamando la atención la repetición de crímenes y masacres contra jóvenes (que se añaden a las de indígenas, negritudes y campesinada en general)
¿Y por qué contra los jóvenes colombianos?
Tal vez porque "los jóvenes le perdieron el respeto a la vieja política y lograron abrir una brecha democrática en un país excluyente. La política fue llenada con nuevas formas y contenidos como los temas de medio ambiente, la crisis climática y la causa animalista, el uso de redes sociales y la proliferación de propuestas informativas alternativas y un consenso cerrado sobre la exigencia de la implementación de los acuerdos de paz. Podría decirse que en los últimos años la juventud colombiana ha hecho una maestría en ciencia política".
Estas generaciones nuevas se perfilan como un factor de cambio y por eso la guerra se dirige en su contra. Deben ser inoculados con el miedo que paralizó a sus padres, y por eso se les castiga con un nivel de violencia que parecía ya superado en Colombia, que fue el país con más asesinatos de ambientalistas en el mundo en 2019, de acuerdo al reciente reporte de Global Witness.
Sí, la ONU ya ha contabilizado 33 masacres en lo que va de 2020 (porque aún no le dio tiempo a valorar las dos de ayer, viernes), periodo en el que también han sido asesinados 183 líderes y lideresas, más de uno por día.
Podemos mirar hacia otro lado o podemos involucrarnos en la defensa de los derechos humanos, simplemente acompañando las demandas de Naciones Unidas, o mejor aún de las organizaciones colombianas, o de las organizaciones asturianas que hacen de humilde portavoz de las exigencias de garantías para las vidas de las defensoras y defensores.
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