En defensa de la sociedad
No debiera quedar sin eco el artículo de Gabino de Lorenzo publicado ayer en LA NUEVA ESPAÑA. Con la defensa de las plateas del teatro Campoamor y con este artículo el alcalde de Oviedo demuestra que quien tuvo retuvo y vuelve a ser mi alcalde. Si hoy por hoy los alcaldes representan a partidos políticos, deben ser conscientes de ello, y entender que un partido político no es sólo una maquinaria electoral mejor o peor engrasada, sino una propuesta moral. No se vota a este partido y se rechaza al de enfrente sólo porque lo voten un grupo numeroso de gentes de la farándula o de la adoración nocturna ni porque prometa en campaña electoral «el oro y el moro», porque se sabe lo que queda: nos quitan el oro y nos dejan el moro. Si fuera por la mala retórica que exhiben los partidos, sería cosa de plantearse no votar a ninguno, y muchos ya se lo han propuesto mientras se mantengan las listas bloqueadas y cerradas, lo que es perfectamente coherente con un sentido insobornable de la democracia: debiera ser posible votar a quien honradamente se considera el mejor, no a quien imponen en las listas cerradas y bloqueadas los aparatos de los partidos. Pero también se votan cuestiones mucho más serias, que afectan a nuestra cultura, a nuestra historia, a nuestra moral. bien está que el Estado sea laico: la propia Iglesia no puede rechazar el laicismo, que ha permitido que el cristianismo no se enquistara en el teocratismo. Pero el cristianismo, sea de la tendencia que sea, católico, ortodoxo o protestante, no puede renunciar a los valores más altos y a la defensa de la vida humana, amenazados por esa oleada de hedonismo y nihilismo que parece sustentar ideológicamente el zapaterismo en frenesí. Desde el Norte al Sur, del Oeste al Este, Europa es cristiana, aunque lo niegue Moratinos (¡vaya intelectual, por cierto, capaz de pontificar sobre historia de las religiones!). Y dentro de Euroopa, mejor dicho, como pilar de Europa, «España no se puede entender sin la religión católica», como afirma Gabino de Lorenzo. Aunque no seamos practicantes o lo seamos de manera tibia: nuestro fondo, nuestro tuétano, nuestra esencia, nuestra cultura, son cristianos, y el cristianismo rechaza el aborto, rechaza la eutanasia, rechaza la burda grosería del diputado Lastra, que más que ofender al Arzobispo ofendió a sus propios electores, creyéndolos tan chuscos y brutos como él. El zapaterismo, a falta de poder hacer otras cosas, se ha planteado no sólo la desunión de España, sino la destrucción de nuestra moral, de nuestro concepto de la familia, de la cultura más brillante y fecunda que conoció la humanidad, surgido del espiritualismo hebreo, de la filosofía griega y de la legislación romana. No creo que romper la espina dorsal de la moral convenga siquiera a los propios socialistas, pues un pueblo sin valores se torna ingobernable y deja de ser un pueblo. Buen artículo, Gabino. Felicidades.
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