Carta a Leo Messi
Por medio de esta carta que LA NUEVA ESPAÑA tiene la gentileza de publicar, me dirijo al mejor jugador del balompié de todos los tiempos y de todo este planeta plagado de coronavirus desde hace varios meses. Hace un montón de años, diecinueve o veinte, o sea que Leo tendría 12 o 13 años, este chico correteaba detrás de un balón por su barrio de la ciudad argentina de Rosario, aprendiendo el oficio que después le llevaría a la gloria de lo que hoy es.
En uno de aquellos días apareció por aquella ciudad un señor llamado Carles Rexach, ojeador del Fútbol Club Barcelona, y se fijó en las filigranas que aquel crío hacía con el balón. La reacción inmediata de este señor fue ponerse en contacto con los progenitores del pibe para traérselo para España. El chico tenía un problema en su desarrollo físico que costaba mil dólares al mes, y el club al que pertenecía en categoría infantil no podía sufragar aquel gasto, ni tampoco sus padres.
Cuenta la leyenda que el Sr. Rexach firmó el correspondiente contrato con el club al que pertenecía aquel insignificante futbolista en una servilleta de papel. Y a partir de entonces empezó la nueva vida de Leo Messi y su familia, padres y hermanos. Se instalaron en la Ciudad Condal, y Leo comenzó su preparación en la conocida escuela de fútbol La Masía, propiedad del que sería su club de toda la vida, hasta ahora. Lo que vino después aparece claramente reflejado en la página 41 del ejemplar de LA NUEVA ESPAÑA del día 27 de agosto.
Son millones las personas, sobre todo niños que adoran a este astro del fútbol mundial. Un futbolista que nació con una brillante estrella que aún no se apagó. Tuvo sus tardes y noches de gloria sobre los terrenos de juego, pero también tuvo sus tristes momentos de derrota, como la ocurrida en Lisboa ante el Bayern de Múnich, que su equipo salió duramente castigado por un abultado resultado de 8 a 2 que le endosó el equipo alemán. En las imágenes que ofrecieron la televisión y la prensa de Messi eran patéticas. Esta humillante derrota y una llamada al móvil de Luis Suárez, su amigo del alma, fueron el detonante de su decisión de abandonar su club, el Barcelona.
Es posible que Leo tenga motivos para tomar tan drástica decisión. Posiblemente su propio ego le haya hecho una mala jugada, y no haya buscado unos minutos para recapacitar y rectificar, que como dice el refrán “rectificar es de sabios”. Hay otro refrán que dice "no morderás la mano de quien te dio de comer". Es cierto que Leo Messi lo dio todo por el FC Barcelona, pero el club también le dio a Messi más de lo que podía darle. Esos ciento diez millones de euros, que le cuestan al club, los servicios del jugador, es mucho dinero por una sola persona. Aquí encaja otro refrán, pero corregido “Cría cuervos, y te comerán los bolsillos”. Es de suponer que cuando decidió marcharse ya tenía a donde ir, y si ese destino es el Manchester City, le recomiendo al FC Barcelona que declaren a su entrenador Mr. Guardiola “persona non grata”. Motivo, este personaje le debe mucho al club al que perteneció.
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