El genio, el carácter y la personalidad
Hablamos con demasiada ligereza del “carácter” o del “genio” de tal o cual persona, para justificar, casi siempre, determinado tipo de actitudes, del mismo modo que utilizamos el término “personalidad” como si fuera un atributo con el que nacemos y del que no podemos desprendernos.
Tener mal o buen carácter, mucho, poco o ningún genio, están tan ligados a la personalidad de cada uno como la alegría o la tristeza, lo positivo o lo negativo. Se nace con ellos y es difícil, muy difícil, moldearlos, pero se puede. Y yo diría más. No solo se puede, sino que se debe, en beneficio propio y en el de los demás que tienen que soportarnos.
Si somos tristes y negativos, lo achacamos a nuestro carácter, a nuestro genio, o a nuestra personalidad. Pero podemos, y debemos, sustituir la alegría por la tristeza, lo positivo por lo negativo, y así modificamos proporcionalmente nuestra personalidad, que es una mezcla de todas las “cualidades” con las que nacemos, de las que podemos desprendernos o modificarlas a conveniencia.
No vale decir que “soy así y a mi edad ya no hay quien me cambie”. No sé cuál es tu edad, pero por si te sirve de referencia, en mi caso, que ya estoy próximo a los 80, sigo perfilando diariamente mi personalidad, mi carácter o mi genio, como queráis, porque hay veces que ni yo mismo me aguanto.
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