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Asturias, España y Europa

9 de Octubre del 2020 - José María Casielles Aguadé

A los asturianos nos califican de “grandones”. Nuestra talla media no es muy alta, pero somos emprendedores, y no tenemos ningún problema en aceptar críticas a lo que es verdad. Últimamente, hasta algunos profesores de Historia dudan de la realidad de la batalla de Covadonga, cuando reconocen que España fue invadida en el 711 por musulmanes que entraron desde Tarifa y la tomaron casi íntegramente en un decenio, salvo la zona de Cangas de Onís. No hay la menor duda de que la Reconquista la inició Don Pelayo, y de que pocos años después nuestro rey Alfonso II, llevó sus incursiones militares a orillas del Duero. Este duro trabajo de recuperación del suelo español duró ocho siglos, y libró además a Europa de la invasión bereber, especialmente tras la muerte de Carlomagno. Para ser verdaderamente justos con los monarcas asturianos, hay que recordar también que estos reyes-caudillos y sus primeros sucesores leoneses repelieron con contundente eficacia las potentes invasiones vikingas que atacaron las costas españolas ya en el año 844, y asolaron a Europa durante otros 200 años más, con los desembarcos de sus “drakkers”, llevando sus pillajes de occidente a oriente, sin respetar las áreas centrales invadidas por vía fluvial, con sus flexibles navíos de poco calado, propulsados a remo y a vela. No es menos evidente que la España imperial participó esencialmente en el control del Mediterráneo y que, tras la toma de Granada y de sofocar la taimada rebelión de Las Alpujarras, dirigió con Don Juan de Austria la batalla naval de Lepanto, conteniendo la expansión turca, que trató de mantenerse casi otros tres siglos después con la piratería crónica que padeció el “Mare Nostrum”. El problema era viejo y ya venía de las invasiones al Egipto de los faraones, por los llamados “pueblos de la Mar”, y se mantuvo hasta siglos después, como bien prueban los desvelos de nuestro almirante Barceló, con sus temidos jabeques, bien tripulados y artillados y magistralmente dirigidos.

Sumario: De dos buenas noticias como son los fondos de apoyo de la UE y la adjudicación de los 8x8 a la Fábrica de Armas de Trubia

Destacado: Es una noticia sensacional, que puede apuntarse bien nuestra comunidad autónoma, y de la que no puede ser ajena la actual titular de la cartera de Defensa, doña Margarita Robles

En resumen, no hay que leer mucha Historia, para saber que el Mediterráneo ha sido siempre “el bajo vientre de Europa”. Hoy sigue siéndolo, cuando se conocen los explosivos índices de crecimiento de la población de África, que aporta la ONU para el periodo 2015-2100, con etapas intermedias, y con incrementos que llegan a superar los 2.000 millones de individuos, frente a una UE que hoy apenas pasa de los 500 millones, y que tras el Brexit difícilmente volverá a recuperar esa cifra para finales de siglo. Los datos de inmigración ilegal a la UE siguen creciendo (aunque son sistemáticamente escamoteados a los MCS por las “maffias” interesadas). Por otra parte, hay que reflexionar sobre las importantes reservas de petróleo (especialmente rentable) que se disputan en el continente africano grupos (nada románticos) de la Yihad, y diversos países productores, como Irán, Turquía, Rusia (que aspira a mantener y ampliar bases navales en el Mediterráneo, como las de Latakia y Tartús, que hoy ocupa en Siria); EE UU (que amenaza con dejar bases europeas de la OTAN en Alemania); y sin olvidar viejos intereses africanos de sus anteriores metrópolis. Con este breve recordatorio previo, queda bien patente que desde hace siglos Asturias, España y Europa han tenido importantes intereses comunes; algunos, ya esbozados; otros los estamos viviendo, como el planteado por la pandemia de coronavirus y sus secuelas económicas que, en mi modesta opinión, debió afrontarse desde el principio con directrices comunes de la UE, tras un congreso previo de virólogos, epidemiólogos y farmacéuticos, que sin duda habría evitado miles de “sobrefallecimientos” (probablemente, más de 40.000 solo en España) con haber adoptado las pautas de alarma, emergencia y tratamiento que aplicaron Alemania y Portugal, regidas respectivamente por políticos cristianodemócratas y socialistas, y con muy distintos recursos sanitarios. Mi opinión es muy modesta, pero coincide substancialmente con la de mi admirado y querido amigo el Dr. César Nombela, catedrático de Microbiología de la Universidad Complutense y hoy rector de la Menéndez Pelayo de Santander. Su prestigio pesa mucho más que el mío y debió ser estimado por los gestores de la política sanitaria española, máxime dado su precario equipamiento científico.

En este contexto, solo encuentro dos buenas noticias para el futuro inmediato: una, los amplios fondos de apoyo dotados por la UE que, ¡ojo!, no pueden ser tomados como una milagrosa bicoca caída del cielo, como prometen ya muchos necios demagogos; pues se habrán de compensar con proyectos rentables de interés común, inteligentemente concebidos y eficazmente ejecutados. La segunda nueva es felizmente clara y concreta, y nos afecta plenamente –siempre que no se desmienta o modifique–, es la adjudicación a la Fábrica de Armas de Trubia de los vehículos militares 8x8, que ya despertaron el repentino interés de catalanes, vascos y otros despabilados compatriotas. Me sorprende que no haya tenido más eco informativo en los MCS, porque crearán muchos puestos de trabajo, directos e indirectos, y se seguirán de nuevos e importantes pedidos, incluso de países no europeos. Es una noticia “sensacional”, que puede apuntarse bien nuestra comunidad autónoma, y de la que no puede ser ajena la actual titular de la cartera de Defensa, doña Margarita Robles, que será justo celebrar y premiar con el reconocimiento oficial del Principado: nobleza obliga, y el mérito objetivo manda.

En esta misma línea de posibles éxitos para atender emergencias militares y revitalizar la industria asturiana, creo que hay que aprovechar nuestra experiencia siderúrgica; recuperar de inmediato a Alu Ibérica, que nunca se debió haber vendido, como empresa estratégica que es. Y muy especialmente utilizar el prestigio internacional de nuestros astilleros, desde Navantia a los asturianos Armón y Gondan, de eficacia probada y reconocimiento universal, para los que sugeriríamos a la UE la construcción de una serie de Flotas Ligeras de Intervención Rápida (FLIR), con estructura básica de catamarán, dotación escasa (muy especializada) y equipamientos flexibles y renovables sobre puntos previos de anclaje, para misiones muy diversas: exploración (con drones); controles de navegación; asistencia técnica y sanitaria “in situ” a países terceros; escolta a buques pesados; y en situaciones conflictivas dotados con misiles. La UE precisa de los FLIR (de los que ya he hablado más extensamente en otra ocasión) para controlar el Mediterráneo, y este puede ser un proyecto interesante, que nuestros astilleros son perfectamente capaces de afrontar, diseñar y ejecutar con plena eficacia, dentro del programa de asistencia de la UE, para la “reconstrucción” de Europa. Más trabajo y más empleo. Solo falta el “amén”.

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