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El mal de Corcira

5 de Septiembre del 2020 - Marcelo Noboa Fiallo (malaga)

Cuando apareció la novela "Patria", de Fernando Aramburu, manifesté mi opinión sobre la misma, destacando la sobrevaloración que, a mi modo de ver, se estaba haciendo sobre esta novela menor, cuyo principal problema era el déficit de literatura y la pobreza de los diálogos. Por supuesto, era de agradecer el esfuerzo realizado por Fernando Aramburu en su intento por cubrir el vacío que existe en España sobre literatura relacionada con ETA, a diferencia, por ejemplo, de la desarrollada en Irlanda con el IRA (por cierto, en los próximos días se estrenará la serie televisiva basada en esta novela que ha nacido ya con polémica).

El escritor Lorenzo Silva acaba de romper el "maleficio" con su magnífica novela "El mal de Corcira". No hace falta pecar de desmesura y decir que la novela de Silva es lo mejor que se ha escrito desde los "Episodios Nacionales", de Benito Pérez Galdós, o compararlo con Tolstoy, como en su día se hizo con la novela "Patria", de Aramburu. Seguro que Lorenzo Silva se sentiría abrumado por tal comparación, pero, eso sí, muy agradecido de que Antonio Muñoz Molina alabara y recomendara su última novela. No le gusta perderse la "Semana negra" de Gijón y aquí estuvo, en la "Semana de la pandemia", el pasado mes de julio, hablando de su última novela. Edición muy mermada por las medidas sanitarias contra el covid-19, que se llevó por delante a otro incondicional, entrañable y excelente escritor, Luis Sepúlveda.

"El mal de Corcira" es una trepidante incursión por los estados de ánimo, comportamientos, miserias, valores y miedos de aquellos que sufrieron como protagonistas lo que Silva llama el "mal de Corcira", en una parte de España pero que, de una u otra manera, nos afectó a todos durante más de medio siglo. Lorenzo Silva nos recuerda que en Corcira, Grecia (hoy, Corfú), se desencadenó, entre los griegos, con toda su furia, una guerra civil entre ciudadanos de la misma "polis". "Fue en Corcira donde se vio por primera vez lo que traía consigo hacer de tu vecino un enemigo, con el enfrentamiento entre el partido democrático (Atenas) y el oligárquico (Esparta)". La muerte estuvo presente en todas sus miserables formas y donde, también, por primera vez, "se cambiaron el significado normal de las palabras en relación con los hechos, para que se ajustaran a lo que querían que dijera" (¿nos suena la música?).

Dos mil cuatrocientos años después, en un rincón de España, al igual que sucediera en Corcira, los vínculos de sangre llegaron a ser más débiles que los de la "causa" porque esta no se fundaba en el bien común, "que es lo que inspira las leyes, sino en la codicia y la ambición de poder que animan a los hombres a infringirlas". El fantasma de Corcira ha sobrevolado por Euskadi desde 1959, durante más de medio siglo.

La investigación de la muerte de un hombre en la pequeña isla de Formentera obliga al subteniente Villa a desplazarse a Guipúzcoa, donde 30 años antes había vivido y combatido el terrorismo etarra. Para ello tendrá que vencer, por un lado, la desconfianza que todavía permanece en determinados ambientes vascos y, por otro, lidiar con sus propios fantasmas de su no tan lejano pasado. "Por alguna razón, la ficción audiovisual y literaria cuando hablan del conflicto vasco prefieren suscribir el mismo solo en lo vasco como si esto fuera solo un problema vasco", ha señalado Silva para justificar la ampliación del foco que el realiza a lo largo de la novela.

La trama, que el autor desarrolla en las Islas Baleares (Formentera) y en Euskadi le permite destacar la idiosincrasia que existe entre islas y la huella dejada en las mismas por personajes del mundo gay, como Freddy Mercury, la inspiración alcanzada por Walter Benajmín mientras huía de los nazis y, como no, las célebres borracheras de Errol Flyann. Mientras, en Euskadi el paso del tiempo refleja como en ningún otro territorio de España lo que fueron los años del terror, donde el terrorismo parecía invencible y la Guardia Civil, familiares incluidos, se movía en territorio hostil. Víctimas a su vez de otro conflicto, el de los procedimientos heredados del franquismo y el de la obligación del respeto a la legalidad. La maestría de Lorenzo Silva le lleva a indagar las entrañas mismas que laten en los comportamientos, conductas y vivencias en un tiempo y en un mundo. El tiempo es el de Euskadi y la España de hoy y la de los primeros y terribles años 90, "cuando más sanguinario era el terrorismo etarra y más infundada parecía la esperanza de vencerlo; el mundo, los mundos, es el de los cuarteles de la Guardia Civil, el de los juzgados, el de los procedimientos de investigación policial, el de los protocolos que garantizan al mismo tiempo el mantenimiento estricto de la legalidad y la persecución del delito" (Muñoz Molina).

Novela brillante, valiente, oportuna y, sin ninguna duda, una gran contribución para entender un poco más el conflicto vasco.

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