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Vegadeo, cuarenta años después todo sigue igual

24 de Junio del 2010 - Covadonga Lastra Carreño (Gijón)

Tenía siete años cuando la riada de Vegadeo, fue a mediados de septiembre del año 1969, xa choveu...

Le escribía a una amiga de la infancia, vecina de Vegadeo como yo en aquella época –mientras rememoraba aquellos días aciagos– que para nosotras, tan pequeñinas, supuso un acontecimiento extraordinario en nuestras vidas.

Recuerdo con gran detalle lo sucedido, vivía en el barrio de La Abraira, en la casa de mis abuelos paternos, y desde mi privilegiada atalaya, una ventana del desván, pude ver cómo aquel río verde y dulce que amaba se había transformado en un extraño, violento y embarrado; lleno de rabia se tragaba enseres, arrastraba animales y se desplazaba a gran velocidad.

Mi inocencia, mi inconsciencia, no me permitía más que contemplar alucinada aquel espectáculo inesperado. Y allí seguí confinada en mi torre de marfil dejando pasar el tiempo, aquella visión extraordinaria me tenía fascinada.

Días después me permitieron ir a la Vega y vi las tiendas de Toni con grandes baldes a la entrada, repletos de mercancía dañada y mucho barro. Me llamaron poderosamente la atención los carteles con los precios, por una peseta podías comprar un montón de juguetes que estaban empapados o pastillas de jabón.

Los rostros de los mayores se veían cansados, crispados; me quedó grabado el gesto de una mujer sujetándose la cara con ambas manos, la conocía, era una señora que tenía una sonrisa preciosa, me solía tomar el pelo cuando iba a comprar a su tienda. Estaba delante de mí y no me veía, hacía esfuerzos para no llorar. Estaba tan triste...

Me sentía muy confusa con todo lo que percibía a mi alrededor, los mayores parecían tener miedo. No sabía qué decir ni qué hacer. Yo también me puse triste.

Cuando llegué a la altura del Ayuntamiento y comprobé con mis propios ojos que había desaparecido la Cultural comprendí que algo terrible e inexplicable estaba viviendo.

Cómo podía desaparecer un gigante de piedra que albergaba pasillos, mesas, libros, escaleras. ¿El Suarón se había vuelto tan turbio y tan furioso hasta el punto de tragárselo? El ogro de los cuentos...

Era difícil de entender, el río era mi cómplice, nos encontrábamos libres y felices en el Soutón, lugar de baños.

Yo era una niña dueña de una exuberante imaginación, pero aquellos eventos superaban cualquiera de mis extravagantes fantasías. Vegadeo fue declarada zona catastrófica.

Mis amigos y yo nos manchamos de barro más de la cuenta en aquellos días, volvimos al parque a jugar y nos asomamos muchas veces al borde del río a contemplar las grandes piedras, los restos de la Casa de Cultura.

Estamos en 2010... choveu abondo outra vez, A Veiga vuelve a estar bajo el agua, hasta el Monjardín se sublevó y para más desgracia hay muertos.

Acaso las cosas no han cambiado, ¿cómo es posible que esto haya vuelto a suceder?

Algo habrá que hacer para evitar estos desastres; exigir a nuestros representantes políticos que actúen con rigor, que cumplan las leyes; es nuestra responsabilidad y nuestro derecho como ciudadanos estar informados. Derecho y obligación de saber que:

«La Comisión Europea envía un primer apercibimiento a doce estados miembros (entre ellos está España) por no haber presentado sus planes de gestión de las cuencas hidrológicas europeas, de acuerdo con la legislación de la UE en materia de aguas los planes hidrológicos de cuenca son la piedra angular de la Directiva Marco del agua y resultan cruciales para alcanzar el objetivo de la UE de un «buen estado» de las aguas europeas para 2015. Se tenían que haber adoptado para el 22 de diciembre de 2009 a más tardar» («Europa Press»).

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