La política, por dentro
Si lo que vemos en política no nos gusta nada o más bien nos disgusta, lo que no vemos, si lo viéramos, lo que se cuece a fuego lento y se nos sirve en bandeja de plata, posiblemente nos llevaría a tal nivel de descreimiento que desconfiaríamos de los políticos el resto de nuestros días.
Pero como de lo que se trata es de ser positivos, de vivir el presente y de visualizar el futuro con optimismo, digamos que conviene pasar de todos ellos, de los de la derecha, de los de la derecha de la derecha, de los del centro, de los del centro-izquierda, de los del centro-derecha, de los de la izquierda, de los de de la izquierda de la izquierda y de los que van por libre, que también los hay, aunque menos, y dejémosles que se lo guisen, que se lo coman y que nos dejen en paz, que bastante tenemos con aguantarnos a nosotros mismos.
Sinceramente, no tengo ningún interés en conocer los entresijos de los partidos, pero sí que alcanzo a intuir que no me iba a gustar nada lo que podría ver, por lo que declino todo interés por este asunto y por conocer toda la suerte de navajazos entre partidos, lo que daría no para una carta sino para una enciclopedia. Y como se me acaba el espacio, aquí lo dejo, pero continuaré filosofando, próximamente.
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