Puntualizaciones al artículo "En defensa de Indalecio Prieto"
Puntualizaciones al artículo del 5 de octubre de 2020 titulado "En defensa de Indalecio Prieto Tuero", escrito por D. Javier Rodríguez Muñoz.
Tiene toda la razón el autor del artículo sobre la valía de Indalecio Prieto como parlamentario y como ministro. Buena fe de ello daba en sus conferencias mi amigo el socialista, erudito y notario (Ribadesella, Gijón y Huelva) Luis Gutiérrez Díaz.
Tiene, también, toda la razón el autor afirmando que Indalecio Prieto y Francisco Largo Caballero fueron elegidos democráticamente y que, por tanto, gozaban de plena legalidad en su cargo durante la Guerra Civil. Expone muy bien los logros del primero como ministro de Obras Públicas (1) y añado yo que Largo Caballero fue un excelente ministro de Trabajo, tal como, sorprendentemente, le tengo escuchado en conferencia nada menos que a Fernando Suárez González, catedrático de Derecho del Trabajo y ministro de Trabajo con Franco.
Aunque menos democráticas resultan, sin embargo, la actuación de Indalecio Prieto amenazando en el Congreso de los Diputados con una pistola y las numerosas frases incendiarias de Largo Caballero contra la democracia o defendiendo el uso de las armas para lo que no se consiga con los votos.
Pero lo que es inexcusable, y el autor lo omite, es que ambos líderes políticos perpetraron un golpe de Estado armado, sangriento y devastador contra la República legalmente constituida y, por esa sola razón, no se debe otorgar ningún monumento a las personas que lo cometieron.
Los desmanes ocurridos en la Revolución del 34, de la que ellos fueron responsables, no pueden compensarse de ninguna manera con la buena gestión realizada como dirigentes políticos. Es encomiable el posterior arrepentimiento que de ello mostró Indalecio Prieto, pero el daño ya está hecho y eso, para mí, lo inhabilita para otorgarle ningún monumento
(1) El gran artífice de los grandes proyectos de Obras Públicas de España fue el ingeniero Rafael Benjumea Burín, y fueron desarrollados sucesivamente por Primo de Rivera, por Indalecio Prieto en la República y, posteriormente, por Franco.
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