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En el pulgarcito de América

11 de Octubre del 2020 - Javier Arjona (Siero)

Los crímenes de la UCA, en El Salvador, y la sentencia en la Audiencia Nacional española.

Ya se dijo que la Audiencia Nacional ha condenado a 133 años y cuatro meses de cárcel al que fuera coronel y viceministro de Seguridad Pública del Ejército de El Salvador, Inocente Montano, por los crímenes de la UCA en El Salvador en 1989.

El 16 de noviembre es aniversario de los crímenes en la Universidad Centro Americana, los militares salvadoreños asesinaron al rector de la UCA Ignacio Ellacuría, el vicerrector académico Ignacio Martín-Baró, al director del IDHUCA Segundo Montes, al director de la Biblioteca de Teología Juan Ramón Moreno, al profesor de Filosofía, Amando López, quienes además eran docentes, investigadores y escritores; junto con otro jesuita, Joaquín López, director de Fe y Alegría... y dos colaboradoras, Elba y Celina Ramos.

Como testigo en ese juicio fue citado Manuel García Fonseca, conocido popularmente como “el Pole”.

Él cuenta cómo, participando en una delegación asturiana por Centroamérica, visitó la UCA y al rector, quien le interpeló por qué España institucionalmente no se había interesado por estos crímenes, siendo cinco de los asesinados españoles.

El Pole propuso y consiguió que una delegación del Parlamento español viajara a El Salvador, participando muy activamente el embajador Fernando Álvarez de Miranda, y estando presentes en el juicio-farsa al que se vieron obligados a teatralizar las autoridades salvadoreñas, que amparó la impunidad.

Treinta y un años después, y debido a la nacionalidad española de cinco de las personas asesinadas, el juicio ha podido realizarse en la AN, gracias al trabajo iniciado en 2005, consolidado en 2008, por la abogada Almudena Bernabéu, la APDH y la colaboración de los jesuitas de la UCA.

La sentencia relata la reunión de oficiales, entre los que se encontraba Montano, en la que se ordenó matar a Ellacuría y no dejar testigos, así como los hechos de la noche del crimen.

Argumenta que los asesinatos fueron cometidos desde los propios aparatos del Estado, “lo que comúnmente viene a denominarse como terrorismo desde el Estado que se fragua y desarrolla en determinados núcleos decisivos de poder”. En los hechos participó un grupo estable y permanente, que desde las más altas estructuras del poder en El Salvador y compuesto por el propio presidente de la República utilizaron la violencia y cometieron graves delitos, que causaron alarma y alteraron gravemente la paz y la convivencia ciudadana, cercenando el camino hacia el diálogo y la paz.

El fallo judicial condena por cinco delitos de asesinato de carácter terrorista. El tribunal también considera a Montano autor de los asesinatos de otro jesuita salvadoreño, Joaquín López y López, de la cocinera de la Universidad, Julia Elba Ramos, y de su hija de 15 años, Celina Mariceth Ramos, ejecutados junto con los religiosos, pero no le condena por estos hechos porque el tribunal de distrito de Carolina del Sur que concedió la extradición de Montano redujo su entrega a las víctimas de nacionalidad española.

La Universidad Centroamericana ha dicho que la sentencia ayudará “tanto a la conciencia nacional como al sistema judicial salvadoreño a dar pasos reales en favor de la verdad y la justicia, en todos los casos pendientes de graves violaciones a los Derechos Humanos”.

Tal vez. O tal vez sea un deseo de la UCA que no se corresponda, todavía, con el ánimo y correlación de fuerzas en El Salvador: todavía dos semanas después de la sentencia en la AN los militares salvadoreños han impedido que el juez accediera a sus archivos para el juicio en curso por la masacre de El Mozote, ocurrido en 1981, en el que el Ejército torturó y asesinó a MIL personas. El ministro de la Defensa pidió a la Corte Suprema de Justicia que frenara las inspecciones a seis unidades militares ordenadas por el Juzgado.

Es decir, “un mensaje de impunidad, de protección a criminales de guerra y desprecio a las víctimas”, ha dicho el abogado defensor.

La atroz matanza fue cometida por el batallón Atlacatl, entrenado en Estados Unidos en tácticas de contrainsurgencia, el mismo que masacró a los jesuitas de la UCA.

Bajo el Gobierno de Ronald Reagan se destinaba al Gobierno de El Salvador un millón de dólares diarios para pertrechos militares, adiestramiento, alimentación, colaboración de asesores o la formación de los batallones de contrainteligencia que fueron a formarse al Comando Sur o a Georgia.

EE UU desarrolló en El Salvador técnicas de guerra que ya habían fracasado en Vietnam, desplazamientos forzosos, destrucción de poblados, bombardeos y aniquilamiento total de poblaciones.

Un registro estatal estima la cifra de víctimas de El Mozote en al menos 1.725, de las que 988 fueron ejecutadas, 48 sobrevivieron a la masacre, 660 son familiares de las personas asesinadas y 29 sufrieron desplazamiento forzado. Treinta y nueve años después no encuentran justicia.

El Ejército sigue negando su participación en las atrocidades, el Gobierno también lo negó por muchos años, hasta que en 2012, debido a una sentencia condenatoria de la Corte Interamericana de DD HH, el entonces presidente, Mauricio Funes, pidió perdón en nombre del Estado.

Tras la negativa en este mes de septiembre de los militares a entregar documentación, el presidente Bukele hizo una de sus apariciones efectistas “entregando” cinco minúsculas carpetas y asegurando que todo lo demás ha sido destruido, y defendiendo al mando militar por no entregar los archivos por el supuesto peligro de que se dieran a conocer planes secretos actuales.

“Es difícil creerlo: el nivel de falsedad del discurso del presidente Bukele sobre las inspecciones en archivos militares careció de límites. Es un agravio inaceptable más contra las víctimas de la masacre de El Mozote y sitios aledaños”, ha dicho el ex Procurador para la Defensa de los Derechos Humanos.

Sobre Ellacuría hay ahora una Fundación Social con su nombre que trabaja mucho temas de migración y racismo, y también hay un premio “Ignacio Ellacuría” de cooperación al desarrollo, del Gobierno vasco.

Sobre Segundo Montes hay también una Fundación, en Valladolid, que apoya la cultura crítica. Y está la Comunidad Segundo Montes en Morazán El Salvador.

También hay una fundación que lleva el nombre de Martín Baró, de apoyo a grupos “que desafían la represión institucional y confrontan las consecuencias que tienen para la salud mental la violencia y la injusticia en sus comunidades”.

Colegios, cooperativas, comunidades llevan sus nombres.

En solidaridad con la gente salvadoreña hubo una intensa actividad desde Asturias, que incluyó visitas de víctimas, de dirigentes sociales y sindicales y representantes del FMLN, uno de cuyos comandantes fue intervenido en el sistema público asturiano en una operación de vesícula (posteriormente sería cónsul en Barcelona), numerosas fiestas (por ejemplo, en el hotel León de Xixón), y acciones de divulgación, incluyendo visitas a El Salvador en diversos grupos, dos de ellos en los años y días previos al Acuerdo de Paz de 1992.

Yo, como tú,

amo el amor, la vida, el dulce encanto

de las cosas, el paisaje

celeste de los días de enero.

También mi sangre bulle

y río por los ojos

que han conocido el brote de las lágrimas.

Creo que el mundo es bello,

que la poesía es como el pan, de todos.

Y que mis venas no terminan en mí

sino en la sangre unánime

de los que luchan por la vida,

el amor,

las cosas,

el paisaje y el pan,

la poesía de todos.

ROQUE DALTON.

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