La piedad de Indalecio Prieto
Aborrezco la hipocresía, lo que me obliga a comparecer de nuevo en el tema Indalecio Prieto.
Recoge el Sr. Octavio Cabezas, también patrono, como el Sr. Rodríguez Muñoz, de la Fundación Indalecio Prieto, unas frases del discurso de Prieto del día 8 de agosto de 1936: “Ante la crueldad ajena, la piedad vuestra; ante todos los excesos del enemigo, vuestra benevolencia generosa”. Perfecto, le votaría hoy, casi me apetece proponer que lo beatifiquen.
Pero, precisamente en aquellos días de agosto del 36, leo en el diario de Luis Hevia sobre el Sitio de Oviedo: “Una bala de cañón mató a una niña e hirió a una mujer en la casa número 19 de la calle de Campomanes” y al día siguiente: “La bala de ayer en Campomanes lo que hizo fue matar a dos niñas del Colegio de Recoletas allí instalado, porque aún está sin reconstruir su edificio, quemado por los morenos del 34” (aclaro, los “morenos” eran los chicos de Prieto que habían asaltado la ciudad de Oviedo dos años antes). Y, durante quince meses, el bombardeo aéreo sobre la población civil, con sesiones de hasta trece horas en un día, siguió matando hombres, mujeres y niños sin tener en cuenta las recomendaciones del que era ministro del Aire y, luego, de Defensa. ¡Qué poca autoridad!, o “cuanta hipocresía”. Memoria histórica pura.
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