Rufián y Monedero, estúpidos de postín
Dos personajes públicos en reñida y dura competencia, empeñados en ver quién se lleva el título de “bufón mayor del reino”.
Decía Machado que “en España, de cada diez cabezas, una piensa y nueve embisten”. Bueno, pues estos dos no piensan.
Para muestra estos seis botones:
R: “Felipe González representa como nada y como nadie la deriva, traición y putrefacción del PSOE. Espero haber sido lo suficientemente claro”.
M: “Que la lucha del pueblo árabe crezca en todo el continente. Y, como pólvora, salte a Europa y Estados Unidos”.
R: “Vi policía y guardia civil apaleando a señoras mayores en los colegios electorales. Entendíamos que nos enfrentábamos a personas con carencias democráticas, pero jamás a salvajes”.
M: “La Policía distribuyó heroína en el País Vasco, y por eso se mataba a dealers”.
R: “Pedro Sánchez no tiene principios. La buena noticia es que, cuando tienes delante a alguien que no tiene principios, si pierde y es débil, se sienta y habla”.
M: “Estamos convencidos de que el PSOE es responsable, junto con el PP, de la degeneración democrática de España. Es corresponsable del vaciamiento democrático de nuestro país, y ha hecho cosas que no se hubiera atrevido el PP”.
R: “Si fuera por Esquerra Republicana, esta especie de mausoleo en honor al fascismo llamado Valle de los Caídos -por cierto, pagado y mantenido por todos- sería derruido”.
M: “No he visto gente más honrada que la militancia de IU en este país, ni dirigentes más sinvergüenzas, y lo sé porque les conozco”.
R: “Vox tiene aquí, desgraciadamente, 52 diputados. Pero, en realidad, son 53, porque tiene uno en la Zarzuela”.
M: “Ellos (PP), que tienen un partido fundado por un tipo que colaboró con Franco, que colaboró con Hitler mandando a la División Azul y que, por tanto, fue colaborador del Holocausto”.
R: “Este pato lo vamos a pagar todos” porque “los hijos de Aznar y don Pelayo nos van a pasar por encima”.
M: “En esta semana, cuando han ingresado a los hijos de Montero e Iglesias, gentes de Vox han dicho que ojalá no salieran del hospital”.
Vaya estercolero mental que tiene en el cerebro el Monedero este, oiga.
De buen rollo, diría que es (supuestamente) un jeta repelente y corrosivo, personaje atávico con cara de eslabón perdido, fruto de un proyecto inconcluso de biotecnología. Pienso que es realmente un repollo al que han dotado de la facilidad de insultar y maldecir.
Este demócrata que compró el título en algún outlet ideológico de pseudodemócratas, “premio limón” vitalicio, tiene la cabeza llena de tópicos, pájaros y escopetas, y dispara a todo lo que se mueve por su derecha.
Habría que aplicarle terapias de “premio-castigo” llevándole todos los viernes de ruta nocturna por los antros que gobierna Belcebú, y los domingos por la mañana someterle a escarnio público en la plaza Mayor.
¿Y qué decir de Rufián? El chulángano Juanga Rufián era el malo que mola y se ha convertido en un payaso que habla lento y dice estupideces; una nueva evolución del completo estúpido que, cada vez que abre la boca, dos zarigüeyas bizcas mueren en el mundo.
Lo último, culpar al Rey en sede parlamentaria de ser heredero de Franco y correligionario de Vox.
Si para que diga semejante basura no le han puesto una pistola en la cabeza, deberían encerrarle en su casa y no salir nunca más, a ver si de una vez por todas se vuelve nacionalista moderado y deja de tocar los dídimos.
Hemos llegado a un punto tal de deterioro personal y de país que no oímos ni vemos más que basura, porque, en realidad, todo es basura: comida basura, programas basura, lectura basura, salarios basura, sexo basura, políticos basura, camión de la basura... Todo basura.
Y Monedero y Rufián, ¿son psicópatas, o me he quedado corto? Su historial público les delata, en el mejor de los casos, como estúpidos contumaces.
Los estúpidos, como son estúpidos, no se dan cuenta de que lo son y no descansan nunca; les puede la vanagloria y el poder perseguir, como un demagogo demente, fines disparatados para deslumbrar.
Todos los estúpidos se suelen preguntar: ¿por qué soy tan estúpido? Al no hallar respuesta satisfactoria, vuelven a hacerse la misma pregunta una y otra vez, para terminar por convencerse de que no tienen solución.
Ya lo dijo Goethe: “Contra la estupidez, hasta los dioses luchan en vano”.
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