Carta abierta a Mercedes, Revilla y Cuesta
A lo largo de estos meses he leído multitud de noticias sobre el caso Ferreiro y
aún soy incapaz de creérmelo. ¿Cómo es posible que los pecados ancestrales de
nuestra sociedad española surjan día tras día haciéndonos sonrojar, desde las páginas de cualquier periódico?
Como muchos sabemos, uno de los males endémicos de nuestro amado pueblo sigue siendo la envidia; pero no una envidia sana, con intención de superarse y estimular la capacidad creativa, sino una envida nefasta, encorajinada y altamente destructiva.
La víctima en esta ocasión es una persona, mejor dicho un paisano con letras mayúsculas, ser excelente, que presume de ser grandalés por donde quiera que va. Es realmente triste que hayan tenido que ser vertidos ese montón de vituperios hacia la persona que más a hecho por Grandas de Salime, por lo que es conocido en muchas partes de la geografía ya no solo asturiana, sino europea y más allá de nuestros mares
Toda persona ha de tener una oportunidad al menos de demostrar su inocencia, con él se le destituye se le menosprecia y punto, pero, es que en este caso mas de 20 años de vida profesional en el museo avalan de sobra su calidad
Si por el museo han pasado tal cantidad de gente, es porque acredita la calidad, fuerza, personalidad y cualidades humanas suficientes para estar en el puesto en su museo
Tal vez ignoren ustedes estas puntualizaciones, pero reitero que la envida y odio reflejada en esos agravios a su persona a lo largo de estos meses y sus actuaciones, solo aumentan el valor de mis convicciones.
Probablemente, y sin porponérselo, más que desacreditar a la persona a la que me refiero, le hay rendido una admiración sorda, ciega y ferviente, acrecentando aún más (si ello es posible) su popularidad.
Solo me resta añadir la tremenda osadía demostrada por ustedes a lo largo de estos meses, mintiendo, usurpando, vanagloriándose de su trabajo, en vez de tener la humildad de reconocer sus errores en este despropósito.
Valor amigos, aprended a valorar mejor a las personas y no actuar por envidia, odio y desinformación, y eso redundará en que aumente un poco su popularidad y respeto entre los asturianos.
Se despide atentamente una insignificante ama de casa
¡Haxa salú!
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