La sanidad pública primaria no funciona
Hace unas semanas ponían a Asturias como un ejemplo de freno al covid-19 por la eficacia política y de la sanidad pública. tanto es así que abrieron la temporada del informe semanal de La 1 con una apología de la buena gestión de misma y como una heroicidad de la atención primaria, que era donde se controlaba la pandemia para luego derivarla a los hospitales y así evitar el colapso de las UCI y centros sanitarios.
Pues bien, este reportaje tuvo su repercusión en todo el mundo y sobre todo en España; nos han puesto desde aquella como un ejemplo de gestión y de idealización de la sanidad pública, pero mi asombro como paciente de la misma no me dejaba estar quieto en mi silla y lanzar en mi soledad improperios ante tan falso informe y todavía me pregunto cómo es posible lanzar tales mentiras a los medios de comunicación y a la humanidad y quiénes tuvieron la osadía de emitir tal informe.
Soy un enfermo crónico desde hace años y en mi avanzada edad nunca he visto peor la sanidad pública que en estos momentos, para llamar al médico de cabecera te puede pasar un día y nadie te contesta y si lo hacen les das el teléfono y tienes que esperar a que te llamen, le informas y te receta por el oído de lo que tú le comentas con medicación, las más de las veces inocua, para no hacerte más daño que el que ya padeces pero que no sirve para nada. Nunca pensé que las dolencias se podrían tratar sin ver al paciente y sin verle presencialmente, sin examinarle, pues ahora es así y digo esto porque estando pendiente de análisis y visitas periódicas llevo ocho meses sin aparecer por el teléfono ni por el ambulatorio a pedir consultas por no llevar una mala contestación o una demora insoportable para no ser atendido y por no coger un rebote y que el corazón me juegue una mala pasada, por lo que he decidido con sacrificio económico y me he visto obligado a hacerme un seguro privado, que buen dinero me cuesta, y costearme la medicación de mi bolsillo para evitar esta situación. Llegado a este punto, y quitando los palmeros interesados y enchufados como políticos que puedan ser bien atendidos por la sanidad pública en estos momentos, nadie va a ser bien recibido bajo el pretexto del coronavirus, como si no hubiera más enfermedades.
Me da que la vocación no existe generalmente en profesión tan digna y humana, solo prima el dinero y el funcionario de turno se pasa las obligaciones por el arco del triunfo, cobra y desde casa atiende a los menos posibles por el teléfono para no complicarse la vida y no pasa nada, no pasa nada porque sus jefes son peores profesionales y más irresponsables que el subordinado.
Ir a una consulta después de pedir vez presencialmente y que el médico tenga a bien recibirte en el centro para tener que hacer cola en la calle a pie firme, haga sol, llueva o nieve a la intemperie, personas mayores, es un crimen de lesa humanidad y esto está pasando día tras día, nadie dice nada, nadie habla con valentía, serán las mascarillas que han dejando a la gente sin palabras, alelada, suele ser un termómetro de sometimiento muy valioso para el Gobierno tener a la gente domesticada y así hacer lo que quieran con las instituciones, pues el rebaño está disciplinado, amansurrado.
¿Qué pasa entonces cuando no te atienden los médicos de cabecera? Que te ves abocado a ir urgencias, saturadas y atendidas por gente en aprendizaje, y se colapsan, unos tosen sobre las cabezas de los pacientes y allí te puedes coger, además de lo que tú llevas, el temido coronavirus, pues eso hace unos nueve meses me paso a mí y gracias a Dios salí del mismo no sin tener algunas secuelas que aún arrastro, así que menos "informes semanales" engañosos, más trabajo, profesionalidad, responsabilidad y más orden y humanidad.
Quiero hacer una salvedad, que sí hay personas sanitarias vocacionales que se desdoblan en esfuerzos, pero los menos, y muchos jóvenes que se parten el pecho trabajando para salvaguardar a los caraduras y forjarse su porvenir lejano por cuatro euros; para ellos vaya mi felicitación y reconocimiento, pero al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios, a ver si se enteran, no es solo el coronavirus, eso solo es un pretexto para que los caraduras-vagos no peguen un palo al agua en tiempos tan difíciles y convulsos.
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