Jallalla, puxa Bolivia
Varias veces fue postergada la fecha electoral en Bolivia hasta que una potente movilización propició el acuerdo de que se celebrasen este 18 de octubre.
Los resultados son concluyentes y clarificadores contra los golpistas de hace un año. Pero ha sido un año nefasto para la gente boliviana.
La OEA tuvo un papel central en justificar y preparar la coartada del golpe de noviembre. Pero también lo tuvo el Gobierno de entonces, presidido por Evo Morales, por confiar en dicha instancia podrida que ha mostrado de forma reiterada su parcialidad hacia lo que mande EE UU.
Los primeros días los golpistas contaron con la ventaja de la incertidumbre generada, el choque paralizó a las gentes, y los motoqueros fascistas, las palizas, la humillación pública a la alcaldesa de Vinto (ahora elegida senadora) o los periodistas de radios comunitarias asaltados y amarrados no tuvieron a casi nadie que los defendiera.
Se pasaron de la raya los golpistas al humillar a las mujeres "de pollera" y quemar las wiphalas, y empezó a verse la salida del estado de choque de las organizaciones. Para entonces, sin embargo, el golpe estaba fraguado. El MAS, pese a tener amplia mayoría en ambas cámaras, no fue quien colocó a una de las suyas en el gobierno de facto, sino que una desconocida de la derecha (al impedirse vía policial la entrada de senadoras y diputados del MAS al Congreso) fue designada para la interinidad.
Después fueron las masacres de Sacaba y Senkata (que fueron denunciadas en sendas concentraciones en Xixón y Oviedo), los ministros pillados en corruptela, el intento de revertir los logros nacionales de los gobiernos "del Evo", y como resultado el que la bonanza y crecimiento espectaculares de los casi 14 años de gobierno MASista pasaron a ser de despilfarro, incompetencia y retroceso económico alarmante, aunque disfrazado con la excusa de la pandemia.
No han sido en tal contexto unas elecciones sencillas ni las condiciones eran propicias, con censura de prensa, con el expresidente en el exilio, con varios gobernadores y ministros recluidos todo este año en la Embajada de México, con la represión permanente de los golpistas en puestos de poder y los grupos de choque fascistas con permisividad para actuar.
Por ello el que un candidato como Lucho Arce, con menos carisma que Evo, haya sacado más votos, adquiere mayor dimensión de la resistencia y valor de las gentes bolivianas.
La vuelta a la normalidad democrática no va a ser fácil, pues el destrozo es demasiado evidente en todas las instancias del Estado Plurinacional de Bolivia.
Se anuncia la continuidad del "proceso de cambio" pero habrá de hacerse con la prudencia que ha anunciado el presidente electo y las aspiraciones populares con más prisa para revertir lo que la dictadura ha dejado roto y quebrar la impunidad.
La fortaleza de esos pueblos, la unidad electoral en torno al MAS de mucha gente que no es afecta a esta formación, muestra una voluntad férrea de recuperación, que seguirá contando con los valores "nacionalizados" de los recursos naturales y con la gestión tan exitosa de los anteriores gobiernos del Evo, quien, cuando vuelva, lo hará en loor de multitudes.
("Volveré y seré millones", dicen que dejó dicho Tupac Katari, líder junto a Bartolina Sisa de la mayor rebelión aymara, cuyo nombre se reproduce en el espacio sideral en uno de los satélites de comunicación que Bolivia logró lanzar "en tiempos de Evo").
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