Inconcebible, antes
Avispa de mar (Chironex fleckeri).
Considerado el animal más venenoso del mundo, la medusa llamada avispa de mar, que habita en las aguas de Asia y Australia, tiene un potente veneno que en unos cuantos segundos es letal. Sus toxinas atacan el corazón, las células de la piel y el sistema nervioso. Su veneno es muy doloroso y sus víctimas humanas, cuando son rozadas por esta peligrosa medusa, entran en estado de shock, se ahogan y mueren por insuficiencia cardiaca. Los pocos supervivientes experimentan extremo dolor durante varias semanas. Cada uno de sus tentáculos tiene cinco mil millones de células urticantes (cnidocitos) que inyecta el letal veneno.
Salamandra
Las salamandras son venenosas pero su veneno no es peligroso, ni para los humanos ni para otros animales. Cuando las salamandras se ven amenazadas, a través de la piel, empiezan a liberar las toxinas venenosas. Estas toxinas, en contacto con las mucosas provocan irritación, no obstante, su objetivo no es matar ni envenenar a su depredador.
No me me han publicado mis dos penúltimas, pero bueno, si no pude entretenerme leyéndolas, al menos me entretuve al escribirlas. Así que voy a entretenerme, y desahogarme pelín, escribiendo esta.
Pregunto. Me pregunto. Y el sostén de mi pregunta está en la descripción de los bichos que he pegado al principio. He aquí la susodicha:
¿Resultaría verosímil que la avispa de mar llamara, de forma peyorativa, venenosa a la salamandra?
No. Hoy sí, pero ayer, o sea, en mi infancia y juventud, no. Se hubiera tomado a risa, porque los calificativos calificaban conformes con la realidad y consideraríamos que, al más venenoso, no se le ocurriría calificar de ponzoñoso al que emite el veneno más inofensivo, de ahí que, de haberlo hecho, habríamos pensado: ¡anda que no tiene gracia la jodida avispa, qué chistosa! Y nos hubiéramos descojonado de la risa.
Esos tiempos han pasado. Hoy, la mayoría de calificativos que indicaban imposibles han perdido significado, y lo que ayer era inverosímil, hoy, en todos los ámbitos de la vida, es de lo más verosímil.
¿Será verosímil lo que mis sentidos perciben y la conclusión a la que llego después del correspondiente análisis?
No es la primera vez que cuestiones políticas me llevan a hacerme esta pregunta. Me acuerdo muy bien de esa primera vez y de la opinión que busqué para contrastar la validez de la respuesta que yo me daba.
Tengo que mencionarlo porque se corresponde con la realidad acontecida. Fue tras la muerte de Franco. Transcurrido un tiempo, muy poco, las cosas empezaron a ir mal. No es que yo pensara que iban mal, era algo evidente: por ejemplo, tres años después, la empresa para la que yo trabajaba había cerrado la mitad de las 42 sucursales que tenía en España. Y, como esa, multitud de evidencias más.
No me explicaba que los españoles parecieran seguir celebrando el fallecimiento como si a todos les hubiera tocado la lotería. Al no encontrar yo explicación, acudí a un amigo que toda la vida se había pasado opinando y echando pestes del ahora difunto y le pregunté el porqué de esa alegría. Se puso a buscar un motivo, y yo a ayudarle a encontrarlo y, después de prolongadas reflexiones, dio muestras exultantes de haberlo encontrado. Hacía unos días se habían dado unas manifestaciones con enfrentamientos entre Policía y manifestantes, "¡y entonces conseguimos aislar a unos cuantos grises y les metimos hostias hasta cansar! ¡¿Cuándo hubiéramos podido hacer eso en tiempos de Franco?". Esa fue la razón más poderosa que adujo para justificar la alegría del personal.
¡Ah! Por supuesto, la culpa de que las cosas fueran cada vez peor después de la muerte de Franco era de Franco.
Y fueron peor, y otros y yo nos fuimos de España. Pasados unos años España se atemperó y la sensación que yo percibía desde tierras caribeñas, durante varios lustros, era que España así seguía, atemperada, hasta que llegó a la presidencia un tal Aznar, ¡bufff...!, un franquista, fascista, coñomadre ultraderechista...
Raro, para mí, eso, de esas cosas que no entiendo, porque fue precisamente al llevar un tiempo gobernando semejante bicharraco que los paisanos allí empezaron a revolucionar, ¡coño!, ¡hay que regresar a España!, ¡aquella vaina va de pinga, no jodas!, ¡hay que volver!
Ok, pero en la casa del pobre... Ahí llego después, al Gobierno de España, un divino, aunque mortal, supongo, adalid del no menos divino socialismo-izquierdismo: José Luis Rodríguez Zapatero ¡y! Para mí, lo mismito que a la desaparición de Franco, pero en grado mucho mayor, España a la KK y, por supuesto, culpable, en este caso, del nuevo detritus: la derecha franquista, fascista... el coñomadre de Aznar.
Breve transición ni fu ni fa Rajoyana y vuelve la salvadora, ahora complementada, socialcomunistaseparatista ¡y! España a la mierda ¡y! ¿la culpa de quién?
Cónchale, hay que pensárselo, ¿de quién será la culpa? ¡Ah, no! ¡no, no, por favor! Jo, a veces parezco tonto, ¿quién coño te va a envenenar si no le pones remedio, españolito?
¡La salamandra, joder! ¡Es evidente! Y si tienes alguna duda, pregúntale a la avispa de mar.
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