Un ¡hurra! por Aitor Esteban
El PNV dio una lección a todos los diputados, dejó claro que no estamos para patochadas y pérdidas de tiempo. No tocaba, estamos a otra cosa.
En España empieza a ser preocupante el comportamiento egoísta e infantil de nuestros políticos, les importa nada su responsabilidad, solo ven sus ideologías, que están muy bien pero con sentido del bien común. Son incapaces de entender el sistema. Ustedes en el momento que salen elegidos ya no solo representan a sus afiliados o votantes, esto no es un club privado. Ustedes están obligados a entenderse y consensuar reformas y leyes, están obligados a pactar con propios y extraños (con el diablo si fuera necesario) si con ello mejoran la vida de familias, empresas, trabajadores, pensionistas, dependientes, funcionarios... debe prevalecer lo urgente sore lo importante.
No entraremos en la buena gestión que se les supone en cuanto a saber buscar un tente entre ingresos y gastos. Eliminar los gastos superfluos, y un solo euro público debe ser considerado delito grave el llevárselo.
Mira que tienen por delante con la que está cayendo problemas a resolver, mira que deben ir amoldando el sistema a los tiempos actuales, no quedarse estancados, pues ustedes a lo suyo, perdiendo el tiempo. Luego dicen algunos que ganan poco. ¿Poco! ¿Con referencia sobre quién? ¡Poco! Ustedes ganan más de lo que merecen. Algunos, no hay duda, merecerían más, pero otros debieran devolver cada euro. En cualquier empresa se tiene que dar rendimiento, aquí solo causan despilfarro, y tienen demasiadas prebendas. Es más, muchos no han dado un palo al agua en su vida, vienen de las juventudes de los partidos, les costaría encontrar trabajo de cajeras o porteros de tasca; pues llegan a ministras. Otros lideran partidos y hasta osan hacer perder el tiempo a los demás con mociones de censura absurdas.
Aitor marcó el camino a políticos y profesionales de la información, deben ignorar y no dar publicidad a personajes que solo viven de la confrontación y de dividirnos a todos entre buenas y malos, entre monárquicos y republicanos, entre fascistas y bolivarianos, entre derechas e izquierdas, entre ecologistas y ecologetas, entre sexos... Jamás buscarán consenso, solo subsisten gracias a sus discursos ególatras.
Cualquiera puede comprobar de qué pasta están hechos la mayoría, los ven cada día en las redes, sueltan su discurso y no leen ninguna respuesta, a los muy críticos los vetan o bloquean sin remordimiento. Ellos escriben de lo que querían espetarnos, hagan la prueba sobre el tema en cuestión, pregúntenles en privado o público, no se mojarán, no sacarán del apuro a nadie, se hacen los desentendidos.
Recuerdo cuando empezaba el PSOE de Felipe, Guerra, Morán... y compañía; les escribías, en concreto a mí me resolvieron (no para mí) tres grandísimos problemas con mucha dificultad, incluso a una familia le pagaron viajes y abogados para sacar de la cárcel (le hicieron un juicio en inglés sin interlocutor en español, una encerrona que quedó resuelta por estos maravillosos políticos de entonces) de un país africano a un hijo y hermano de esos vecinos y amigos. Ahora les pides cualquier tontería y se hacen los y las atareadas. Ahora no, solo miran para ellos, les importan poco los problemas de los demás.
Todos prometen cambiar cosas cuando estén, llegan y se acomodan igual a los otros. Por todo ello no me extraña que un partido con los rasgos tan extremistas como Vox sea capaz de hacerles perder el tiempo con la crisis tan enorme que tenemos a todos los niveles.
Le hice una pregunta a una ministra muy dada a las redes; cuando es para hablar de ella se presta, pero intenten pedirle un asesoramiento y verán que se hace la olvidada. Imaginen que tienen un hijo al que le cogió el confinamiento en Colombia por razones laborales, ese hijo necesita un tratamiento inmunológico para seguir su vida con normalidad, allí no lo encuentra o le cuesta muchísimo dinero, antes se lo llevaba cuando viajaba por trabajo, allí no puedes mandar esas cosas, tardan muchos días y si llegan, lo confiscan todo. Pues le pregunté a esa ministra que se podría hacer, saben la respuesta ¡Claro que la saben! Silenciooooo.
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