Discurso institucional
Acostumbrados a los discursos políticos sin empatía, el nuevo discurso que nos propone Pedro Sánchez eleva la política a humana pedagogía que nos informa de que estamos así porque somos asá, pasionales, lo cual aleja el foco del problema de un Gobierno así que asá. Enfrente está el discurso estricto de países de política dictatorial que no empatizan con nadie y al final tienen a los ciudadanos dominados pero contradictoriamente sanos. Tendría que existir un término medio que, garantizando las innegociables libertades y derechos, exigiera cumplir, en proporción a la realidad crítica del momento, con los deberes personales que garantizan el bienestar de todos aunque fuera con menos amenidad en el discurso y más eficacia en la práctica, pues al final, también deja de ser libertad cuando la insolaridad de unos dicta a su antojo la salud y la economía familiar de otros.
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