Carta abierta para Adrián Barbón
Cuando Asturias estaba libre del virus, llamaste al turismo, megáfono televisivo en mano.
No tuviste la valentía suficiente para poner coto a las aglomeraciones en el transporte, ni en el público ni en el privado. Ni para destituir a tu consejera de Educación.
Retrasaste el inicio del curso escolar no para bajar la ratio de alumnos en las aulas, contratando las y los profesores que fueran necesarios, sino por dejadez e ineptitud en la gestión.
No implementaste campañas de concienciación en los centros educativos para que las y los más jóvenes conocieran de primera mano lo que era el virus y las consecuencias que tendría no respetar las recomendaciones sanitarias.
Toleraste que las grandes superficies comerciales siguieran funcionando a pleno rendimiento y miraste hacia otro lado ante sus reiterados incumplimientos de las normas de aforo y distancia.
No reforzaste las inspecciones en hostelería y pusiste en el mismo plano a quienes cumplían con los protocolos establecidos y a quienes se los saltaban a la torera.
Tampoco hiciste nada para optimizar el funcionamiento de los centros de atención primaria, que siguen trabajando en precario desde el comienzo de la pandemia.
Todo esto derivó en un aumento de los contagios que se hizo visible a comienzos de este mes. Aun sabiéndolo, tuviste los arrestos de consentir la celebración de los premios "Princesa" y participaste en el sarao, lleno de orgullo y satisfacción.
Y ahora, para rematar la faena, te sacas de la manga unas medidas que no entiende ni Dios, ya me dirás tú a mí de qué sirve decretar el cierre de los comercios a las 22 horas, cuando, salvo excepciones contadas, todos ellos cerraban incluso antes. También habría que explicar cuál es el criterio epidemiológico que se tiene en cuenta para que la hostelería no pueda atender a la clientela a partir de las 22 horas. ¿Qué ocurre, que si cenas a las 21.00 estás libre de contagiarte y si lo haces a las 22.30 aumenta el riesgo? Yo no entiendo nada.
Te has dedicado al postureo y a la autocomplacencia y ahora tanta incompetencia tiene resultado: no has protegido nuestra salud y, fruto de ello, te has cargado nuestra economía.
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