Idilio otoñal PP-PSOE
Partida de Monopoly en el Congreso el jueves 22 de octubre.
Una amplia sala y tres jugadores principales, con sus respectivos equipos. El botín, 350 votos. La artillería, a punto, aunque las balas son de fogueo, porque el resultado parece estar amañado.
El principio es que, en circunstancias normales y previsibles, el resultado sería que, con los votos del Partido Popular o sin ellos, el PSOE gana la moción; Vox pierde la votación por aplastamiento, y el PP disminuye siete tallas por inacción.
El final es que Abascal consigue el resultado esperado, 298 votos en contra, y el objetivo de dar visibilidad a su partido durante dos meses, al tiempo que hace campaña de cara a las elecciones catalanas, gratis total.
Le ha fallado su discurso catastrofista y antieuropeo, su retorcida estrategia de asalto al centro (como ya le ocurriera a Rivera) y un imprevisto en cuanto a oportunidad (las catalanas se han retrasado a febrero).
Sánchez, que antes de iniciarse la partida había pedido a Casado que votara "no", con la esperanza de que votara "sí", no ha ganado nada que no tuviera; si acaso, con tantos récords negativos, algo positivo que contar a sus nietos: el título honorífico de obtener el mayor respaldo dado a un Gobierno en una moción de censura.
Por lo demás, "ha tenido" que hacer concesiones que, dada su trayectoria y punto ególatra, me parecen inexplicables. Demasiada mermelada para tan poco croissant.
Casado, que en vísperas, votara lo que votara (sí, no, abstención), era el evidente perdedor, consigue armar un gran discurso, marca de la casa, reconocido por adversarios y afines, que le confirma como líder del centro-derecha y le valida como futuro presidente del Gobierno de España, hito que solo conseguiría, es obvio, con una improbable (hoy) mayoría absoluta.
Ya ha colocado el listón a la altura exigible por la ciudadanía y al alcance del personaje. La duda es si será un punto de inflexión en su mejorable historial político como líder del PP o será una perseida (lágrima de San Lorenzo) "despistada", cruzando el cielo una noche de octubre (las perseidas son entre julio y agosto).
A pesar de que los halagos de Iglesias son "preocupantes", ¿se acerca el PSOE al PP, en detrimento de Unidas Podemos?, ¿por qué Sánchez ha insuflado oxígeno a un perplejo y confundido Casado?, ¿está marcando Europa la ruta a seguir? Especulemos.
Horas antes de la moción, una llamada del comisario de Justicia europeo, Didier Reynders, a la ministra de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya, manifiesta la inquietud de Bruselas ante la propuesta de reforma del Poder Judicial que registraron en el Congreso PSOE y Unidas Podemos.
Iglesias declara: "El debate de la moción de censura 'está siendo seguido' por las cancillerías de las principales potencias europeas con atención".
Adriana Lastra y Pablo Iglesias piden a Casado que el PP se avenga a acuerdos con el Gobierno. ¡Lastra e Iglesias!
Casado guarda celosamente el sentido de su voto hasta el último momento.
Pablo Iglesias define el discurso de Casado como "brillante" e "inteligente".
Pedro Sánchez anuncia desde el estrado: "Señor Casado, renovemos el Poder Judicial, renovemos el Defensor del Pueblo, renovemos el Constitucional. Le anuncio que, por nuestra parte, vamos a detener el reloj de la reforma del CGPJ para poder llegar a un acuerdo con ustedes". Alucinante entrega con armas y bagajes, Pedro.
¿Tendrá algo que ver el arbitraje de Bruselas con la entronización del inesperado ganador?
Finalizo con una duda existencial: Si Sánchez ha tenido que ceder en temas importantes; si Abascal ha conseguido lo que esperaba; si Casado ha multiplicado las expectativas... ¿Quién ha perdido?
Saludos cordiales.
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