La PAU en Asturias
Este año, y por primera vez, en la PAU han introducido una variedad en la que se establece una fase específica voluntaria para subir nota, con lo cual el total de la nota que podían obtener los alumnos estudiosos era un 14, no un 10 como están diciendo los medios de comunicación asturianos.
Las pruebas de acceso a la Universidad han registrado un 95,18% de aprobados en la convocatoria de junio de 2010, un porcentaje ligeramente superior al del pasado año. La nota media general es de 6,95 y 259 alumnos han obtenido más de un 9, mientras que la nota más alta ha sido un 10.
Ante semejantes cifras, lo que extraña es que no figuren los datos relacionados con la introducción de la nueva variante en los primeros alumnos que estrenan el nuevo modelo de PAU, que sustituye a la vieja selectividad, y que incluye una fase general obligatoria y una fase específica voluntaria para subir nota citando las mismas fuentes, de forma que la nota final es 14 no 10.
Hay constatación de que unos cuantos alumnos asturianos han obtenido una nota media superior al 10, ¿cómo es posible que no quede reflejado tanto en los medios de comunicación como en la Universidad como catalizador de las medias de todos los 3.778 alumnos que han optado a la PAU este año?
Nos llama la atención que en otras comunidades autónomas y en los medios de comunicación nacionales salgan como noticia unos chicos superdotados y de los que todos se sienten muy orgullosos, evidentemente, que han obtenido una nota de 13,79 o 12 en el total de su media al cursar la nueva PAU.
¿Quiere decir esto que en Asturias no se están registrando los baremos competitivos del resto de España? ¿Con qué fin? ¿Se pretende minusvalorar la capacidad de los estudiantes asturianos?
Repito que hay constatación de notas de 11,70 a 13,80 en alumnos de la comunidad asturiana. Parece un claro agravio comparativo y no se puede entender la motivación. Los alumnos estudiosos tienen sus certificaciones oficiales por parte del organismo pertinente, la Delegación de Educación de Asturias, que les valida para presentar dichas notas a la Universidad de destino con el fin de que puedan cursas las carreras que han elegido, ¿cómo es posible, por tanto, que no figuren las notas de su excelencia en ninguna lista?, ¿cuáles son los fines torticeros que sujetan este entramado casi de novela negra?
De todas maneras tampoco es de extrañar desde el momento en el que se ha decidido, por parte de las autoridades académicas o más bien burocráticas en la educación asturiana, eliminar las matrículas de honor en los cursos para no acomplejar a los alumnos menos estudiosos. Se premia de esta manera a los mediocres, a los que no se esfuerzan y se castiga a los que se esfuerzan, ¿por qué tenemos que seguir callados en torno a la espiral del silencio y seguir la tendencia políticamente correcta que fomenta la vulgaridad?, ¿por qué hay que igualar a la gente por el rasero de la mediocridad y no por el de la excelencia?
El futuro, verdaderamente siguiendo estas normas, es incierto. Bien es cierto que las masas analfabetas son más fácilmente manejables, como se demostró a lo largo de la historia. Y también es cierto que es hacia lo que nos están llevando las supuestas autoridades en la Delegación de Cultura Asturiana. Como docente lucho por la excelencia y me revelo contra la mediocridad, aunque sea políticamente incorrecta.
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