La conmoción

Comparto todos los motivos que han llevado a Vox a plantear la moción de censura contra el Gobierno de Pedro Sánchez, que tan clara, concisa y contundentemente expuso Ignacio Garriga esta semana en el Congreso de los Diputados. La posterior intervención de Santiago Abascal no me dejó tan satisfecho, puesto que una moción de censura sirve para presentar un plan de gobierno alternativo, y debería haber sido más explícito y no haberse andado tanto por las ramas.

El resto de la sesión se desarrolló de forma previsible, los "progresistas" acusando a los 52 de Vox de fascistas y de extrema derecha, y el presidente del Gobierno, en su línea habitual de medias verdades, sofismas y mentiras descaradas. El punto culminante llegó con el discurso de Pablo Casado, que hablaba por boca del partido y que, lamentablemente, cayó en la trampa de que la moción era contra el PP cuando el objeto era el Gobierno marxista PSOE-Podemos; el discurso del "líder" del PP fue furibundo y cometió el error de recurrir a mezquinos ataques personales. Mientras Santiago Abascal y el resto de diputados y concejales vascos constitucionalistas defendían el flanco izquierdo de nuestra democracia frente a los totalitarios y asesinos, y se jugaban la vida a diario, Pablo Casado y los nuevos líderes del PP le sacaban brillo a las rodilleras en la sede de la calle Génova; por eso fue repulsivo que acusase a Santiago Abascal, y a Vox, de "pisotear la sangre de la víctimas de ETA"; realmente dejó conmocionados a muchos, más aun con las felicitaciones de los aprendices de dictadores.

Inmediatamente, nuestro flamante presidente, que asistió en carne mortal, anunció solemnemente que paralizaba la propuesta de renovación de la ley orgánica del Poder Judicial, una maniobra perversa que dejó en evidencia a su socio de coalición y a Pablo Casado, ya que daba a entender que era el "premio" por la cuchillada a Vox; recordemos que el PP está en capilla ante los próximos asuntos judiciales, y con jueces "sensibles" se pasa mejor el trance. En realidad, el origen del anuncio de Pedro Sánchez está en Europa, donde no se andan con remilgos ante los aprendices bolivarianos: Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, se negó a venir a España; Angela Merkel criticó, abiertamente, las maniobras del Gobierno, y Didier Reynders, comisario de Justicia de la Unión Europea, aumentó la presión. Necesitamos el rescate europeo para intentar mitigar la debacle producida por la nefasta gestión del Ejecutivo, y este depende de las acciones del Gobierno, por eso plegaron velas, por ahora.

Recuerden que en la política no hay nada casual, y menos aun inocente, y cada acción tiene un sentido dentro de una estrategia a largo plazo. El Partido Popular está aplicando la suya, que consiste en recuperar el poder, ya que hay muchos intereses creados en torno a la organización y muchas bocas que alimentar. Para intentar recuperar esos votos que le pueden dar la victoria electoral, esos votos del "centro", tanto conservadores como socialistas, el partido espera que el PSOE se estrelle con la crisis económica, y que el descontento de los ciudadanos les aúpe de nuevo al Gobierno, como ocurrió en 2011. En esta estrategia Pablo Casado es una pieza prescindible y creo que, al contrario que Pedro Sánchez, lo sabe y lo asume, de ahí que se prestase a ese infame discurso durante la moción de censura, para proteger al partido, marcar el terreno y seducir votantes de cara a las próximas elecciones, si es que las hay, en las que, posiblemente, él no será candidato.

Respecto a los motivos de la moción, mientras el PP hace cábalas electoras, pensando en cómo recuperar el poder, Vox, que hace verdadera oposición al Gobierno, decidió presentar la moción de censura tanto para defender a los ciudadanos como para mejorar su posición electoral. Pese a que todo el mundo sabía que la moción no iba a prosperar (el PP decía que era una pérdida de tiempo, a la par que reprobaba al vicepresidente del moño, sabiendo que no iba a prosperar), no ha sido un pérdida de tiempo, ya que ha servido para varias cosas: por un lado, para hacer oposición al Gobierno y, por otro, para presentar planes alternativos al "no se podía prever"; asimismo, ha servido para demostrar que el poder legislativo existe y que el Congreso de los Diputados no es una Cámara de eco de Pedro Sánchez. Hay motivos más que sobrados para censurar a este Gobierno: la nefasta gestión que el Gobierno hace de la pandemia, que ya ha provocado más de 50.000 fallecidos; la brutal crisis económica que estamos empezando a sufrir a consecuencia de esta gestión; las mentiras urdidas para ocultar la situación, mediante la "compra" de medios de comunicación o el uso de RTVE como medio de manipulación de masas; los constantes ataques a la Constitución y el poder judicial; el nepotismo del Gobierno; las demenciales leyes de género y de (des)memoria histórica, que solo sirven para dividir a la población; las políticas que favorecen a los asesinos etarras y los partidos separatistas; los asuntos de supuesta corrupción del socio de gobierno, esos que venían a regenerar la política, por no hablar de la corrupción del PSOE, convenientemente olvidada; el despotismo con el que se gobierna, rayando lo dictatorial, etcétera.

Finalmente, debemos recordar lo que nos decía el emperador Marco Aurelio: "Todo lo que oímos es una opinión, no un hecho; todo lo que vemos es una perspectiva, no la verdad"; por eso, no crean a pies juntillas todo lo que vean o escuchen; lean, investiguen y reflexionen para tener su propia opinión fundamentada.