Sánchez, un infiltrado de Podemos en el PSOE
La deriva que está tomando nuestro país, los innumerables ataques que están padeciendo instituciones, organismos, personalidades, el Rey, etcétera, empiezan a ser inadmisibles. Ahora la han tomado con los jueces, y de qué manera, están en el asalto al Poder Judicial, y todo ello amparándose en una impunidad vergonzante, asumida desde el propio Gobierno, que mantiene a los españoles sumidos en un caos mental difícil de superar.
Cuando el covid-19 quede vencido, no porque lo anuncie nuestro presidente, porque este ya lo dio por casi superado el pasado mayo y miren la escalada y la extensión de la pandemia por todo el territorio que estamos padeciendo, sino porque esté definitivamente vencido, deberemos enfrentarnos a las secuelas económicas y psicológicas. Mucha gente vive en un estado de ansiedad que solo pueden valorar quienes no llegan a fin de mes o no tienen trabajo, o tienen un negocio cercenado por la nula movilidad del ciudadano, sin ayudas o medios suficientes para llevar una vida digna, como proclama nuestra Constitución.
Si usted lee prensa, escucha la radio o ve televisión en canales no estatales o subvencionados por los gobiernos, central o autonómicos, comprobará que analistas, tertulianos, comentaristas u opiniones externas, todos, coinciden en una misma línea crítica: los problemas de España no se solucionan desde la imposición, la prepotencia, la ignorancia o el desconocimiento. Fue suficiente la soberbia del Gobierno en los meses de enero, febrero y marzo manifestando que estaba tranquilo, que no habría pandemia, como mucho unos pocos casos de algo parecido a una gripe (¿verdad, señor Simón?). No escuchaban a la OMS, a nadie, solo ellos eran competentes para el combate de la guerra que íbamos a librar con el virus (¿lo recuerda, señor presidente?).
Hay una ultraizquierda mal llamada Unidas-Podemos, apoyada en los nacionalismos, que, a tenor de cómo actúa y de los hechos posteriores, está jugando la baza de que cuanto peor le vaya a España, mejor les irá a ellos. Craso error, porque el comunismo, afortunadamente casi desaparecido, salvo en esas naciones amigas del clan, todas en bancarrota, no tiene futuro. Hay que premiar el esfuerzo personal y colectivo y el trabajo bien hecho. Si piensan que con subvenciones van a tener los votos garantizados, solo conseguirán una población inculta, aborregada y dócil, pero, ¡ay amigos!, las subvenciones no son eternas, el dinero se acaba. Si no hay planes contundentes de formación, nuevas empresas, además de consolidar las que ahora se defienden con decoro, con una atención especial para los abandonados autónomos, no hay futuro garantizado para nadie. Competir es la palabra y el ejemplo lo tenemos en casa, Rafael Nadal.
La Unión Europea nos está afeando constantemente la deriva que llevamos, somos uno de los peores países en gestión, estamos en la cola. Los fondos que han de llegar precisamente de la UE no van a venir en un saco sin fondo, para rescatarlos tienen que ir respaldados por programas potentes en creación y mantenimiento del empleo, dinero que ha de generar nuevos recursos para seguir avanzando hasta volver a la prosperidad que teníamos y a la que nunca llegaremos con un Gobierno títere, apalancado por su socio prioritario, un Gobierno que desprecia a la oposición, hasta llegar a decirle en el Parlamento, sede de la soberanía nacional, que nunca más volverían a sentarse en un Consejo de Ministros, lo que quiere decir que la Constitución están próximos a trocearla, pero ¿cómo? De momento atacándola a diario con sus actuaciones. Son los mismos que juraron defenderla ante el notario mayor del reino, con lealtad al Rey y a las instituciones.
Son algaradas de políticos sin escrúpulos, pero eso que dicen hace daño a mucha gente y no pasa absolutamente nada, diría más, cuentan con el más decidido apoyo del presidente del Gobierno, el hombre del decreto ley, del ordeno y mando.
Me podría extender más, con citas, anécdotas, mentiras de nuestro presidente en Moncloa, en el Parlamento. Y de los okupas, ¿qué? ¿Eso hay que tragarlo por imperativo gubernamental?
Y a todo esto, ¿dónde están los socialistas de toda la vida, los que ayudaron a forjar la España del 78, la del trabajo y la ilusión, los que creen en la paz y la justicia?, porque no me vengan a decir que este Gobierno está cumpliendo con su programa electoral, ya que no es cierto desde el minuto uno. Decía nuestro presidente que, con Iglesias en el Gobierno, no podría dormir tranquilo (manifestado en campaña electoral) y, al día siguiente de salir elegido, se abraza a Iglesias Turrión y a los nacionalistas y ahí os quedáis todos compuestos y sin trabajo que a mí de la poltrona no me baja ni Dios en cuatro años y al país que lo zurzan. Más ministerios que nunca y más amigos que nunca. ¿Pasa algo?
¿Suscriben los socialistas lo que está sucediendo en ese Gobierno de coalición, mejor dicho, de demolición del Estado de derecho?
Es triste trazar una semblanza del país que amas como la que antecede, pero la deriva de los últimos meses y la poca categoría que, en general, tienen nuestros políticos me obligan a decir lo que siento.
Como conclusión final, sospecho que el señor Sánchez es un infiltrado de Podemos en el PSOE, su carrera política desde que salió de las listas del paro me lleva a esa apreciación. Va a dejar un país maltrecho (ojo al cataclismo económico y sanitario que tenemos encima) y un PSOE roto y dividido. Y un PSOE fuerte, que defienda el interés general, es muy necesario en la política española.
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